Los polémicos códigos sobre moralidad dentro de la prisión parecen ser similares en todos los establecimientos carcelarios del mundo. Entre los presos, los abusadores sexuales suelen ser odiados por el resto.
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En Australia, Adam Davidson, condenado por robo, no soportó compartir la celda con el violador y asesino de un adolescente. Fue tal la bronca que tenía contra su compañero Brett Cowan por sus delitos, que se vengó. Quería que sienta, en carne propia, el dolor.
El sitio Daily Mail reconstruyó el expediente recientemente en base a fotografías. En agosto de 2016, el reo ladrón le tiró agua hirviendo al pedófilo, desfigurándole la cara y produciéndole heridas en el resto del cuerpo. Las secuelas de la agresión quedarán en su piel para toda la vida.
"¿Por qué, por qué?", gritó Cowan al recibir el baldazo sobre la cabeza cuando estaba jugando a las cartas en área común. "Quería que sintiera el dolor que alguien como Daniel Morcombe sintió", confesó el atacante.
Morcombe fue la víctima del pedófilo en el 2003. Cuando tenía 13 años, el adolescente fue secuestrado, abusado y asesinado. Sus padres lo buscaron durante ocho años, hasta que la policía consiguió las pruebas necesarias para aclarar el caso y encerrar al autor de los crímenes aberrantes.
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Por la tortura, Davidson recibió una segunda pena de tres años, aunque ahora está en libertad bajo palabra. "Pensaba que no debía estar con esos abusadores sexuales. No podía ir a ningún lado, así que organicé mi propia venganza", recordó.