Vanessa Fernández Arango, una joven española de 30 años, oriunda de Bilbao, tenía un único deseo en la vida: convertirse en mamá. Se casó con el hombre de su vida en 2016 y desde ese momento hicieron todo lo posible para alcanzar ese sueño.
Sin embargo, todo se complicó y los médicos le quitaron las trompas de Falopio. En ese entonces, sintió que el mundo se le desmoronó en cuestión de segundos y creía que jamás iba a tener su propio hijo. Afortunadamente pudo iniciar un tratamiento de fertilización in vitro.
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Ahora su sueño estaba cada vez más cerca. Por eso, Vanessa decidió abrir una cuenta de Instagram para alentar a otras mujeres y dar cuenta que todo es posible en la vida. Fue así como se convirtió en una referente en otras personas que tenían dificultades para concebir. “Este es el principio del fin. El principio de sentir la vida y el fin del sufrimiento”, escribió en las redes el pasado 8 de mayo.
Nadie imaginó jamás que en el día del parto, 38 semanas después, Vanessa Fernández Arango dejaría de existir, pero traería una vida a este mundo. Su marido anunció la triste noticia: “Soy el marido de Vanessa, en urgencias le han hecho una cesárea de emergencia. El niño está en la Unidad de Cuidados Intensivos, ella ha fallecido”.
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De acuerdo a lo que se conoció, sufrió un desmayo ese mismo día mientras desayunaba. Llegó al hospital, donde dio a luz a su bebé a través de una cesárea de emergencia y tuvo un paro cardíaco. Después de ese trágico y a la vez milagroso día, el papá del niño siguió con el legado de la Arango y subió postales del pequeño.