Ante la escasez del dinero en efectivo circulante en Venezuela, las iglesias debieron instalar aparatos electrónicos para aceptar el pago de la limosna con tarjeta por parte de los fieles que quieren aportar dinero, pero no lo tienen en la mano.
En la parroquia "El Paraíso" de Caracas, antes de la bendición que da por finalizada la misa, el cura párroco invita a los asistentes a hacer sus diezmos a través del "punto de venta", nombre con el que bautizaron en esta institución a las terminales a donde hacer sus donaciones con tarjeta, ya sea de débito o crédito. Al aparato se los presta por el fin de semana una fundación amiga.
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Para seguir el precepto de la limosna en secreto, estos denominados "puntos de venta" son instalados en las sacristías, a donde los feligreses entran e informan el monto de su donación. Pero el anonimato no es posible totalmente, ya que no les queda otra que dar su nombre y número de documento, para luego firmar el comprobante que se emite después de toda operación comercial.
"El poco efectivo que consigo es para el pasaje (de colectivo)", dice Gladys Ángel, tras pasar su tarjeta y donar dinero. La mujer es contadora y explica que reserva el poco efectivo que tiene para comprar algunos productos en mercados, en donde cuestan tres veces menos si los paga dinero en mano.
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A pesar de este método para recaudar fondos para sostener a la iglesia, autoridades eclesiásticas afirman que el monto de lo recaudado no alcanza, en un país a donde la inflación llegaría al 1.000.000 por ciento en el 2018, según proyecciones del FMI.
"El punto no nos salva, pero sí nos ayuda a paliar la situación. La gente es generosa por el punto, se nota la diferencia", explicó el padre Suárez encargado de la parroquia.