La FIFA fue contundente y, pese a las críticas de varios sectores, la tecnología llegó para quedarse. Su herramienta más polémica y cuestionada es el video-arbitraje. El VAR, sin lugar a dudas, es el gran protagonista de la Copa América.
En este torneo decidió tres partidos de cuartos de final anulando goles gritados inútilmente por jugadores e hinchas, y fue determinante en la eliminación de Argentina al no cobrar dos penales demasiados claros.
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El problema de la tecnología es que ofrece soluciones cuando se utiliza correctamente, pero genera un problema aún mayor cuando se usa mal o directamente se ignora. El sentimiento de injusticia de los hinchas es más grande porque sabe que ahora hay herramientas para analizar y corregir el error humano.
Después de la polémica eliminación argentina la Conmebol deberá sincerarse respecto al uso del VAR. Su aplicación selectiva expone sus falencias y desnuda los intereses del futbol, dirigentes o árbitros para favorecer o perjudicar a cada equipo. El factor humano debilita la implementación de un recurso que se creó para eliminar las injusticias.
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Los amantes del fútbol nos merecemos pautas claras. Necesitamos saber cómo y cuándo se aplica la tecnología. Ver en la pantalla cómo se discuten las jugadas y cómo se deciden los fallos arbitrales. Se deberá pensar cómo participar a la gente en este nuevo capítulo para que puedan ver algo más que la cara del árbitro desorientado mirando al horizonte mientras escucha por un auricular.
Soy un defensor de la tecnología y confío en que, con el tiempo, permitirá un fútbol más justo y equilibrado. Y combato a los que están en contra del VAR con argumentos como que desnaturaliza el juego o que el fútbol es para los vivos. Lamentablemente así estamos como país culpa de los vivos.
Es cierto que el VAR es tedioso e interrumpe demasiado un juego que no está acostumbrado a los cortes. La incertidumbre del hincha en la tribuna o frente al televisor genera rechazo. Hay varias cuestiones para pulir y sus tiempos deben acortarse. Pero la única certeza es que si el VAR no se aplica siempre, no habrá reducción de injusticias. Todo lo contrario, habrá más y mayores injusticias.