Había una vez una chica tan fanática de Los Beatles que cuando estuvo en Londres había dos calles que quería conocer: una era la famosa Abbey Road, la otra la menos popular pero no por eso menos importante en la historia de los FabFour como es la Savile Row Road, 3.
En esa dirección, en la terraza del edificio de Apple (el sello que ellos habían creado) el 30 de enero de 1969 cantaba por última vez The Beatles. Ya reinaba el hartazgo y el disgusto entre ellos. Dicen los biógrafos que Paul era el único que tenía ganas de tocar (dos años antes de este sorpresivo recital ya habían dejado de presentarse en vivo).
Era el mediodía, la temperatura era de 7 grados y más de uno desde abajo no sabía bien que estaba pasando allá arriba. El recital duró sólo 42 minutos. Un vecino quejoso y vigilante advirtió a la policía de los "ruidos" y, Scotland Yard mediante, se dio por terminada la presentación.
Esa chica fanática de Paul, John, George y Ringo llegó a la Savile Row una no tan fría tarde de mayo de 2011. Le costó encontrarla. En la puerta de ese edificio no hay nada físico que hable de ese hecho histórico. La calle es famosa porque allí nació y aún perduran las tiendas de confección a medida de trajes para hombre. En esa calle se creó el primer esmoquin, el vestuario de la reina Isabel II o muchos de los trajes de, justamente, los Beatles y los Rolling Stones. Las tiendas son lujosas, muy... tanto que cada una de ellas tiene personal exclusivo para que ¡te abra la puerta cuando entres!
Esa chica fanática de Los Beatles caminó tres veces por ese vereda, cruzó la calle, miró la terraza, respiró aire, recreó ese momento en su cabeza y pensó que si tuviera la oportunidad de viajar en el tiempo y el espacio elegiría detenerse en ese momento y en esa vereda londinense. Y le diría al policeman : "Let it be, no interrumpa el recital, please".
Firma: la chica fanática de Los Beatles.