De niño tenía la ilusión de pintar, cosa que cultivó con fruición. Pero el tiempo lo consagró como una de las más brillantes expresiones de la lengua castellana del siglo XX.
Faltaba a clases en el colegio jesuita de San Luis Gonzaga y disparaba a la Bahía de Cádiz a jugar en la playa, pintar caracolas, los carteles de transatlánticos que partían a América, las calles del puerto, el mar.
El tiempo lo llevó a Madrid, donde pasaba temporadas enteras en el Museo Nacional del Prado. El estudiante de bachiller, que fingía aprobar las materias, copiaba cuadros y tomaba apuntes sobre obras de El Greco y de Diego Velázquez.
La literatura comenzó a imponerse sobre su vocación pictórica a principios de los años 20 del siglo pasado. El mismo Rafael Alberti cuenta en una entrevista en el magistral ciclo conducido por Joaquín Soler Serrano -Radio y Televisión Española- que el pintor Gregorio Prieto despertó en él un deslumbramiento por la literatura al regalarse el “Libro de poemas”, de Federico García Lorca.
Palabra de poeta
El cantautor rosarino, Enrique Llopis, encabeza el homenaje “El viento que viene y va”, un genuino recital con piezas tomadas del libro “Baladas y canciones del Paraná”, escrito por Rafael Alberti en 1954, que Llopis musicalizó y grabó junto al poeta en 1991.
El homenaje será los días martes 26 y jueves 28, a las 20, en el Centro Cultural Córdoba -Av. Poeta Lugones 401-. La entrada es libre hasta completar la capacidad de la sala (200 ubicaciones).
En esta oportunidad, el pianista y arreglador español, Benjamín Torrijo, se suma al tributo como director de un ensamble integrado por Marisa Gallo, guitarra, Víctor Carrión, flauta y saxos, Mariela Angentieri, contrabajo, Gaby Estrada y María José Castro, coros.
Enrique Llopis trabajó junto a Rafael Alberti. En 2002, con motivo del centenario del nacimiento del poeta, se editó en España el disco “El viento que viene y va”, junto a la Orquesta Filarmónica de Praga, con arreglos y dirección del maestro Benjamín Torrijo.
El poeta de a pie
Rafael Alberti nació en El Puerto de Santa María, en Cádiz, 16 de diciembre de 1902, vivió exiliado en Francia, en Argentina y en Roma. Murió 28 de octubre de 1999 en su tierra natal.
Con la impronta de la nostalgia por la bahía de Cádiz (“Porqué me desenterraste, padre, del mar”…), el gaditano se trasladó con su familia a Madrid. Recibió un importante premio por su libro “Marinero en tierra”, considerada su primera obra literaria. Una obra que incluye poesía, teatro y sus célebres memorias.
Militó en el Partido Comunista de España y debió expatriarse, en 1939, tras la Guerra Civil Española. Regresó a su patria en 1977, fue elegido Diputado por el Partido Comunista en Cádiz, pero renunció a su escaño para ser, esencialmente, “un poeta en la calle”.
En exposición
En el Centro Cultural Córdoba, además, se expondrá una muestra con fotografías, dibujos, poemas, y elementos escenográficos que representan el exilio del poeta junto a su mujer, la escritora María Teresa León.
La muestra, cuyo título es “La huella imborrable. El exilio argentino de Rafael Alberti”, puede ser visitada desde este viernes 22 y hasta el 22 de abril, de lunes a sábados de 10 a 20.
Gran parte de material inédito, fruto del trabajo de investigación realizado por Alicia Ovando y Enrique Llopis, ilustra ese fructífero período creativo y emotivo de la pareja.
Perseguidos por el franquismo luego de la Guerra Civil Española, Alberti y Teresa León se exiliaron en Francia y luego en Argentina. En nuestro país nació Aitana, única hija de la pareja. “Esta exposición pretende asomarse a la creación, la lucha, los desvelos, la vida social, las amistades y hasta la cotidianeidad de estos dos seres apasionados y apasionantes: Rafael Alberti y María Teresa León”, sintetiza la organización.