VER DIRECTORIOS DE INSTITUCIONES EDUCATIVAS 2020.
Cada vez es más incierto definir las carreras universitarias con mayor futuro. El Foro Económico Mundial y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) definieron a las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) como las de mayor proyección. También en Argentina esos perfiles son lo de más demanda laboral, pero no así las carreras que eligen los estudiantes, quienes se inclinan por Derecho, Psicología, Economía y Arte.
Por cada 100 abogados que se reciben en el país, egresan 31 ingenieros. La diferencia entre unas y otras, explican los especialistas, es que las carreras que hoy son estrellas, serán obsoletas en pocos años, más allá de que sus contenidos seguirán brindando herramientas aunque no asomarán como especializaciones en sí mismas.
Una suerte de orientador resulta el esquema dispuesto por el Gobierno nacional para la entrega de becas Progresar, que buscan incentivar a los jóvenes a estudiar aquellas disciplinas con menos egresados. En ese segmento aparecen todas las vinculadas a las ciencias básicas o aplicadas (Ingeniería, Informática, Física, Química, Matemáticas), mientras que quedan afuera las relacionadas a las Ciencias Sociales, Humanas y de Salud. Hay excepciones, como Enfermería, que se incluyó en el listado por su déficit en todo el país.
De ese mapa de carreras estratégicas, se desprende que en la región Centro los sectores con mayor salida laboral están en la industria oleaginosa (soja), cerealera (trigo, maíz, arroz), ganadera (bovino), láctea, avícola, frutícola, (citrícola), forestal, maquinaria agrícola, siderurgia, automotor y autopartes, turismo, procesos productivos, diseño y construcciones. No hay que perder de vista que el diseño supera la coyuntura económica actual. El trabajo muestra que el 6 por ciento del total del empleo registrado privado se concentra en las áreas de Agricultura, Ganadería y Pesca, pero sólo el 5 por ciento de los títulos ofertados por el sistema formador están en este campo.
De acuerdo al informe, también se necesitan profesionales capacitados en la gestión del impacto ambiental, ya que sólo el 1 por ciento de las ofertas de títulos y de los estudiantes universitarios de la región se localizan en ese campo. Otro dato significativo es que pese a que el turismo es un servicio con impacto geográfico, apenas el 1 por ciento de los alumnos de nivel superior se inclina por esa especialidad.
Frente a este panorama tan dinámico, Alejandro Consigli, rector de la Universidad Blas Pascal, entiende que, en general, seguirá creciendo la demanda de educación universitaria, ya que las oportunidades de conseguir trabajo estarán cada vez más atadas a una formación previa. El académico también menciona que los datos confirman que aumentó el porcentaje de jóvenes que eligen determinados estudios por la salida profesional que les brindarán, más allá de sus gustos personales.
En esa línea, el rector estima que se mantendrá el interés por las carreras relacionadas con las Ciencias Sociales, aunque se nota un incremento en la demanda vinculada a las Ciencias de la Salud, las ingenierías –especialmente las informáticas- y la llamada Economía verde.
La rectora de la Universidad Siglo 21, Belén Mendé, asegura que hay una gran variedad de intereses y necesidades entre los potenciales alumnos de la universidad. “Las nuevas profesiones se eligen con variables más asociadas al deseo y al propósito y los alumnos actuales no tienen problema de hacer una elección y luego cambiarla si no responde a sus deseos”, opina.
Entre los intereses, para Mendé hay una tendencia en elegir carreras que tienen que ver con las denominadas del futuro, que abren nuevos horizontes en áreas como la criminalística y la seguridad, carreras asociadas al área de la salud y el bienestar, de la tecnología y la inteligencia artificial, de las ciencias sociales, la creatividad, la educación y la innovación.
Alfonso Gómez, rector de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), distingue entre la demanda académica de los estudiantes, la de las empresas, la de la sociedad civil y la del Estado. En ese sentido, especifica que hay carreras (como Derecho, Psicología y otras ligadas a las Ciencias Sociales) que los alumnos buscan tanto en la oferta privada como pública, mientras que las empresas se concentran (y remuneran mejor) en la oferta del conjunto de las ingenierías.
“Los estudios sobre desarrollo de las economías emergentes señalan como imperiosa la necesidad de ingenieros e ingenieras (la UCC tiene más solicitudes de pasantías o de contratación de recién graduados que postulantes para ofrecer). También hay vacancias importantes en áreas de la Salud, en algunas especializaciones y en Enfermería”, detalla Gómez.
Para Hugo Juri, rector de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), en el futuro mediato las carreras largas y el dictado en lugares físicos van camino a desaparecer. Al respecto, proyecta la aparición de carreras multidisciplinarias y ve en las tecnologías las herramientas para responder a los desafíos que se plantean. También considera que las competencias blandas son esenciales (conocimientos sociológicos, éticos, sociopolíticos, psicológicos) para complementar las currículas de disciplinas de ciencias duras.
Desde el Colegio Universitario IES, su rectora Fernanda Sin, observa que siguen la evolución del mercado laboral para generar nuevas propuestas de formación técnica profesional en esa dirección, como las carreras de Diseño de Simulaciones Virtuales y Videojuegos y Diseño e Impresión 3D, Robótica e Inteligencia Artificial y Ciencia de Datos (la primera del país). “Las carreras tecnológicas muestran un mayor crecimiento más allá de que las tradicionales sigan manteniendo su matrícula e incluso crezcan”, agrega.
También admite que los alumnos valoran la demanda laboral sin perder de vista las inclinaciones vocacionales.
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¿La evolución hacia dónde?
La tendencia, coinciden los consultados, es ir hacia la evaluación por competencias, un formato que ya se aplica en casos como Medicina e Ingeniería.
Gómez plantea que eso va de la mano de la enseñanza por medio de casos y un aumento en la cantidad de horas prácticas. “Hay nuevas herramientas como la inteligencia artificial o la robótica que obligarán a la transversalidad e interdisciplinaridad en todas las carreras. En el caso de la UCC se incorporaron capacitaciones en habilidades de organización y emprendimiento, ya que el mundo laboral valora enormemente las cualidades de trabajo en equipo, la coordinación entre distintas disciplinas, la capacidad de innovación y el aprovechamiento de nuevos desafíos u oportunidades”, explica.
Para Sin, es sustancial saber valorar la importancia de las carrera porque entiende que los cursos son importantes para añadir herramientas pero no generan las bases sólidas de una carrera a la que se debe acompañar con capacitación continua. También enfatiza la necesidad del trabajo interdisciplinario.
Consigli añade que, ante la convicción de que la capacitación debe ser a lo largo de toda la vida, es una necesidad ofertar carreras más cortas, más flexibles, interdisciplinarias y que desarrollen competencias para un desempeño profesional cambiante e imprevisible. “Es necesario que los graduados salgan al mundo laboral con capacidades tecnológicas, pensamiento crítico, trabajo en equipo, apertura intercultural e internacional, liderazgo, actitud de servicio personal y social y habilidad para la resolución de problemas”, subraya.
Es transversal a todas las universidades el estar abiertas a nuevas propuestas y a la actualización de las currículas en función de las habilidades que cada vez son más demandadas. Gómez grafica ese panorama con los casos de las energías renovables, las ingenierías relacionadas con la extracción de petróleo y gas, la reducción o control del impacto ambiental y los nuevos modos de producir alimentos.
Por su parte, Mendé sostiene que ya hay una evolución en la que los alumnos se atreven a hacer crowdsourcing y a generar contenidos más allá de los que los profesores o las instituciones les pueden dar. Remarca que tienen un papel más dinámico en los procesos de formación, lo que obliga a las instituciones educativas a ser más innovadoras y flexibles para generar didácticas y experiencias formativas altamente positivas.
Sin dudas, dice, la capacitación y la formación tienen una asociación directa con el mundo del trabajo. “El desarrollo de la Big Data, las políticas de datos, la evolución de las transacciones en el mundo y las comunicaciones reconfiguran un conjunto de carreras. Y creemos que las tradicionales deben adaptarse a los tiempos y tener elementos y habilidades del siglo 21 para con los alumnos y las carreras nuevas. De esa manera, podrán determinar muy bien los ámbitos de vacancias en el país y la pertinencia con el proyecto de país que tenemos, asociado a la industria y a las empresas”, agrega.
“La evolución-revolución digital ya condiciona los trabajos futuros”, enuncia Consigli, por lo que la comprensión de la lógica de las tecnologías y sus manejos básicos es un requisito de la formación en todas las áreas. “Habrá disciplinas nuevas, pero esencialmente subsistirán las grandes áreas del conocimiento tal como las conocemos pero con una mayor impronta tecnológica, más componente digital herramental”, apunta.
Sin coincide con ese análisis: “Hoy la informática, por ejemplo, atraviesa todas las actividades y sus profesionales pueden ofrecer sus servicios a través del outsourcing a cualquier lugar del mundo sin depender de las coyunturas regionales. Un diseñador de 3D puede elaborar diseños que se imprimirán en otra parte y un profesional de los videojuegos, producir desde su casa para otros países”. La rectora describe que también las carreras consideradas tradicionales orientan sus currículas a la formación por competencias para una realidad que requiere un alto grado de adaptabilidad a partir del trabajo en equipo, habilidad de comunicación, creatividad, flexibilidad e inteligencia emocional.
Gómez enfatiza que en la cuarta revolución industrial no se puede educar “para una época que pasó”. Considera que seguirá la demanda creciente en áreas como la bioinformática, ingeniería en sistemas, mecánica o industriales, pero a la vez se deben diseñar trayectos más cortos (tecnicaturas) para oficios prácticos que con el tiempo tengan más especialización. En paralelo, sostiene que la carrera de investigador -que aporta luego a empresas- es algo aún por desarrollar con más frecuencia en el país.
“Se trata de un camino posible; contamos con más de 10.000 investigadores de Conicet y un número creciente en las universidades. Entre las carreras del futuro, aunque sea para pocos, también estará la de investigadores en universidades y empresas”, dice.
Mendé tiene la convicción de que todas las carreras son carreras del futuro, que lo que sí se requiere es adaptar contenidos y competencias y experiencias en algunas y crear nichos que nos marca un mundo totalmente cambiante de conectividad, de aumento de la esperanza de vida, de desarrollos de sectores y de industrias. En esa línea, indica que la Siglo 21 se centra en aggiornar los contenidos trabajando con el mercado productivo y social e identificando las competencias requeridas. También detecta oportunidades para crear nuevas carreras.
“Es transversal a todas las universidades el estar abiertas a nuevas propuestas y a la actualización de las currículas en función de las habilidades que cada vez son más demandadas”. (Alfonso Gómez, Rector de la UCC)
“Los alumnos “se atreven a hacer crowdsourcing y a generar contenidos más allá de los que los profesores o las instituciones les pueden dar. Tienen un papel más dinámico” (Belén Mendé, Rectora de la UES21)
“Hay nuevas herramientas como la inteligencia artificial o la robótica que obligará a una capacitación interdisciplinaria en todas las carreras” (Alejandro Consigli, Rector de la UBP)
“Las competencias blandas son esenciales porque las sociedades tienen que modificarse a través de esos conocimientos” (Hugo Juri, Rector de la UNC)
“Las ‘nuevas’ carreras se van abriendo camino entre lo que llamamos carreras tradicionales como muchas de las que ofrecen las universidades” (Fernanda Sin, Rectora del IES)
Un análisis entre demanda y oferta laboral
Para Matías Ghidini, gerente GhidiniRodill y autor del libro “Mi Trabajo Ahora”, es “evidente” la desconexión entre demanda y oferta laboral: “En nuestro país sobran psicólogos, abogados, economistas y hasta periodistas. Países desarrollados como Alemania y hasta Brasil, generan 1 ingeniero cada 2.000 y 4.000 habitantes, respectivamente: Argentina, uno cada 6.000. La única salida es la planificación estratégica de todo el sistema involucrado. Estado, universidades, escuelas, empresas y sindicatos debieran trabajar en conjunto, articuladamente, a largo plazo, para comunicar, promover y empujar la generación de mano de obra para la demanda laboral del futuro. Un desafío mayúsculo que Argentina ya no puede posponer más”.
A su entender el país, desde hace varias décadas, necesita un “sesudo planeamiento estratégico” de sus recursos humanos. Es decir, definir qué profesionales necesitará para sus próximos 30 años para el modelo productivo definido; en síntesis, “una política de Estado que exceda la ideología política y al Presidente de turno”. Además, plantea que una reforma laboral debería abarcar y contemplar las modalidades de trabajo de las nuevas generaciones: esquemas part-time, freelancers, home-office o por proyectos.