Jugada de ajedrez con la lógica peronista, con un mensaje hacia varios destinatarios, efectos que pueden ser múltiples y, fundamentalmente, un paso que está lejos de ser final y definitivo.
Es lo que hizo en la mañana del sábado Cristina Fernández de Kirchner al anunciar su candidatura a vicepresidente de Alberto Fernández, ese cavallista que se pasó al PJ para armar la estructura que llevó a Néstor Kirchner al poder.
Fernández fue pieza clave de Néstor, nunca se llevó bien con Cristina, se enfrentaron duramente después de la muerte del expresidente y se reconciliaron hace poco.
Aunque parezca obvio, si un vice es el que anuncia a un candidato presidencial quiere decir que el que tiene el mando y el poder es el 2 y no el 1 de la fórmula. Flashback hacia los años ‘70 con Juan Domingo Perón poniendo candidatos vicarios o delegados.
Mensajes
El primer mensaje de Cristina es hacia el resto del peronismo no K. Anoche Juan Schiaretti, el ratificado con holgura gobernador de Córdoba, decía en Telenoche que el kirchnerismo es otra fuerza política, que nada tiene que ver con el Peronismo Federal. Pero también decía, aunque sin admitirlo con todas las letras, que su espacio aún no tiene un candidato competitivo.
Si un vice es el que anuncia a un candidato presidencial quiere decir que el que tiene el poder es el 2 y no el 1 de la fórmula.
Cristina le dice al resto del peronismo: “Bueno, si no me quieren a mí, vengan y compitan contra Alberto, que estuvo con ustedes hasta hace poco”. Pelota en el campo de los gobernadores de la Alternativa Federal y de los anotados de ese espacio, que deben decidir ahora no sólo su o sus candidato/s sino también si quedan todos juntos ahí en el medio de la grieta o si se van a jugar con los Fernández, que es kirchnerismo en estado puro pero sin letra K.
El segundo mensaje apunta a correr el techo electoral. Cristina tiene una intención de voto para nada desdeñable pero tiene también un fuerte rechazo social que le pone un techo y que le puede generar una enorme complicación en una eventual segunda vuelta presidencial. Manda a decir la expresidenta: “Los que me votan, acá estoy en la fórmula. Los que no me quieren votar porque nos les caigo bien por algo, la candidata no soy yo, es Alberto”, aunque todos sepan que es ella.
El tercer mensaje está muy relacionado con el anterior pero es más institucional y judicial. Las idas y vueltas judiciales de esta semana con el primer juicio en contra de la expresidenta revelan claramente que hay un sector de tribunales que no quiere avanzar demasiado con los procesos de corrupción hasta que se pronuncien las urnas pero hay posibilidades ciertas de condenas por los hechos cometidos por la anterior gestión. Cristina miró el mapa de la región, vio lo de Lula en Brasil y se corre un poquito como para que eventuales condenas no compliquen su intento de regresar al poder.
Otro mensaje es claramente hacia el seno del oficialismo. La movida de Cristina abre de par en par una puerta que estaba sólo entreabierta y es el debate en Cambiemos si debe ser Mauricio Macri o María Eugenia Vidal. Uno de los consultores más importantes que tiene el Gobierno nacional le dijo hace unas semanas a El Doce que si Cristina daba un paso al costado le daba argumentos a Macri para también hacerlo a él. “Vos te corres, yo me corro”, sería el juego. El tema es que Cristina se corrió sólo centímetros. Se vienen intensas semanas de medición para definir la candidatura oficialista.
Y el corolario es que el anuncio de una fórmula cuando aún falta un mes para el cierre de lista debe ser leído como algo provisorio. Sujeto a negociaciones y otras movidas.
A esta novela, le faltan varios capítulos.