Elisa Carrió terminó la semana escandalosa con un nuevo problema. Está en Córdoba y desde que pisó suelo en esta provincia, recibió una catarata de reproches por parte de la Unión Cívica Radical luego de que agitara las aguas internas de la coalición.
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“Entrando a Córdoba a ver a mi único jefe @marioraulnegri”, escribió al compartir una foto donde se la ve junto a un cartel en medio de la ruta, cuando le faltaban 324 kilómetros para llegar a la capital.
Claramente fue una ironía -Mario Negri es el jefe de la banca de Cambiemos en Diputados- en medio de la interna con el gobernador mendocino, Alfredo Cornejo, quien encabeza el partido de la UCR, luego de que los tratara de “misóginos” y asegurara que “los manejaba desde afuera” durante un foro empresarial en Paraná, Entre Ríos. Esto podría hacer tambalear la coalición, ya que dejó entrever la grieta que existe en Cambiemos.
Desde el partido, la respuesta no tardó en llegar: la acusaron de intentar destruir lo que ella formó y hasta recordaron la anécdota con el mozo y la propina asegurando que “aporta menos que las propinas que deja”. Por supuesto que ella salió con una nueva chicana y volvió a apuntar contra Cornejo, insistiendo que era una broma y que él no la recordaba porque “estaba con los kirchneristas”.
Pero después de tantas chicanas, hubo cruces entre mestristas y radicales. Primero llegó un tuit lapidario del intendente de Río Segundo, Javier Monte, que apoya a su par Ramón Mestre: “¡Por Río Segundo no pases!”. Inmediatamente, el concejal cordobés, Juan Negri, salió a defenderla.
Mientras tanto, la diputada de Cambiemos, disfrutaba de una rica pizza en un bar de Carlos Paz, ubicado sobre la avenida General Paz, y miraba el encuentro entre Brasil y Bélgica. Algunos seguidores le respondieron con ironía: ¿Lilita dejó propina?