Mauricio Macri eligió las redes sociales para pegarle a la oposición más dura (léase kirchnerismo). El presidente cargó contra "el discurso del odio" (¿similar a la frase "cadena del desánimo" que usaba Cristina al criticar a los medios?) para intentar capitalizar el exabrupto de Luis D'Elía en medio de una economía -y una imagen presidencial- que cae.
Aunque no lo mencionó, la publicación del mandatario en Facebook pareció dirigirse principalmente al dirigente social que había llamado a "fusilar" a Macri, a quien además insultó.
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El jefe de Estado comenzó su texto definiendo lo que son, para él, los "discursos de odio": "son todas las expresiones que incitan al desprecio de los que por algún motivo son distintos a uno", aseguró. El presidente pidió "entenderlos como una enfermedad social y aislarlos hasta que el combustible de su furia se agote".
"Aunque los voceros del odio son ruidosos y amenazadores, son escasos. Son muchísimos más los argentinos que quieren vivir en paz, muchos más los tolerantes, los respetuosos, los comprensivos. Confiemos en el silencio de la inmensa mayoría de argentinos pacíficos. Sin decir ni una sola palabra ellos tienen el poder de dejar atrás para siempre a los voceros del odio", cerró.
Acá, el texto completo:
"CONTRA EL DISCURSO DEL ODIO
Discursos de odio son todas las expresiones que incitan al desprecio de los que por algún motivo son distintos a uno; las que justifican la intolerancia por cuestiones de religión, nacionalismo, elección sexual, racismo o creencias; las declaraciones que promueven la perturbación de la paz; los tweets, notas, posteos, correos electrónicos, mensajes de WhatsApp y documentos de todo tipo que fomenten la idea de perseguir a una persona o a un grupo de personas; los llamados a la violencia como una posibilidad legítima para imponerse sea como sea; las amenazas... Todas esas expresiones y muchas similares son discursos de odio.
Estoy convencido de que la única manera de alejarnos de los peligros de esos discursos es entenderlos como una enfermedad social y aislarlos hasta que el combustible de su furia se agote.
Intentar persuadir con argumentos de comprensión y tolerancia a los autores de los discursos de odio es como soplar para apagar un fuego. El odio se alimenta de cualquier cosa que se le oponga, como el fuego se reaviva cuando se lo sopla.
Por eso, no soplemos el fuego de los discursos de odio con argumentaciones y mucho menos con ira. Pero tampoco les tengamos miedo.
Porque aunque los voceros del odio son ruidosos y amenazadores, son escasos. Son muchísimos más los argentinos que quieren vivir en paz, muchos más los tolerantes, los respetuosos, los comprensivos.
Confiemos en el silencio de la inmensa mayoría de argentinos pacíficos. Sin decir ni una sola palabra ellos tienen el poder de dejar atrás para siempre a los voceros del odio."