Este martes, se llevó a cabo en la Cámara de Diputados la tercera audiencia en comisión sobre el proyecto de despenalización del aborto. Médicos, abogados, actrices, periodistas y políticos expusieron su opinión a favor y en contra de esta medida.
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La actriz Muriel Santa Ana (47) relató con detalles cómo fue su interrupción voluntaria del embarazo cuando tenía 23 años. Un momento estremecedor y doloroso en su vida, que se animó a contar luego de aquel cruce con Facundo Arana cuando opinó sobre el embarazo de su expareja Isabel Macedo.
Se paró frente a un grupo de diputados, tomó el micrófono e hizo fuertes declaraciones a favor de esta práctica. Basándose en su experiencia íntima, advirtió que si el proyecto es rechazado “llevarán sobre sus espaldas las muertes que produzca la industria del aborto clandestino”.
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Aquel 4 de abril de 1992, Muriel Santa Ana fue al departamento que un médico del hospital público tenía en Recoleta y la cocina se convirtió en un quirófano. Antes, se despidió de su mamá y hermana que la acompañaron y se sometió a las manos del profesional. “He tenido muchas despedidas en mi vida. Esta no fue la peor y sólo la recuerdo ahora mismo porque la experiencia volvió a mi emoción y a mi carne”, aseguró.
El discurso completo de Muriel Santa Ana:
"Una semana antes del 4 de abril de 1992 fui al consultorio privado de un médico, conocido en ese momento por ser el jefe de obstetricia de un importantísimo hospital público. Separados por el escritorio hicimos los intercambios. Él me dio las recomendaciones y yo le di la plata. Una semana más tarde fui con mi mamá y mi hermana al departamento de avenida Santa Fe y Azcuénaga que ese mismo médico usaba para las intervenciones. Era interno, totalmente oscuro, nos sentamos a esperar en el living en un sillón de tres cuerpos mi madre, mi hermana y yo. De la única puerta que está a la vista salió a los 20 minutos una chica de unos 15 años acompañada por su mamá. Al momento, una mujer de ambo color verde se asomó y dijo mi nombre. Me despedí de mi mamá y de mi hermana.
He tenido muchas despedidas en mi vida. Esta no fue la peor y sólo la recuerdo ahora mismo porque la experiencia volvió a mi emoción y a mi carne. Me prepararon en una habitación, más parecida a un pasillo, que al mismo tiempo contenía otra puerta que, luego supe, comunicaba con el quirófano. El quirófano era la cocina. Amplísima, típica de esos edificios de categoría de Recoleta construidos en los años 50. Lo único que había en el espacio era una camilla ginecológica. El médico era muy amoroso, y me dijo “esto va a ser muy rápido, quedate tranquila". Después, me dormí. Aparecí tendida en otra camilla en el mismo pasillo estrecho del inicio, con mi mamá y mi hermana, cada una sosteniéndome una mano. El médico se acercó, me dio un beso y me dijo "ya pasó".
Yo quedé embarazada a los 23 años. Usaba un diafragma como método anticonceptivo, y todas mis amigas también. Si aún hoy es conflictivo que los hombres usen preservativo, aduciendo pérdida de placer y manipulando así la voluntad de las mujeres, imaginen que hace 20 años el abuso era mucho peor. Nosotras nos poníamos el diafragma y ellos se tranquilizaban, nosotras, también.
Acá, señoras y señores, por lo que he visto, no se trata de debatir, de discurrir sobre los límites de la vida y de la muerte, porque si no tengo una pregunta para hacerles, sobre todo a aquellos que todavía no han tomado posición. ¿Qué significa para ustedes una mujer muerta? Acá se trata de aborto clandestino o aborto legal. El aborto existe, existió y existirá, legislen ustedes lo que legislen. Y sepan que si este proyecto fuera tristemente rechazado, llevarán de por vida sobre sus espaldas a las muertas que de aquí en más produzca la industria del aborto clandestino".