La noche del 25 de enero el fotógrafo de 35 años había participado de una fiesta en la casa del empresario postal Andreani junto Gabriel Michi, reportero de la revista. Cabezas se quedó con el Ford Fiesta blanco que Noticias había alquilado para que se movieran en sus coberturas.
La siguiente noticia fue la aparición del auto quemado, con un cuerpo en el interior, en el paraje Manantiales, cerca de General Madariaga y a unos 15 km de Pinamar. Era Jose Luis Cabezas, que había sido esposado y ejecutado de 2 tiros en la cabeza.
Casi inmediatamente los periodistas se dieron cuenta de que no se trataba de un crimen común sino de un asesinato mafioso que buscaba amedrentar a toda la prensa por su trabajo. Muchos colegas trabajaron intensamente para descubrir lo que realmente había ocurrido esa noche.
En el medio hubo una serie de presiones desde el poder político y económico: el gobernador bonaerense de entonces, Eduardo Duhalde no descartó que el hecho tuviera vinculación con su inminente lanzamiento como candidato presidencial. Se involucró en el caso que tenía como protagonistas a varios integrantes de la policía bonaerense a la que había calificado como “la mejor policía del mundo”. También el poderoso empresario Yabrán se involucró directamente cuando todas las miradas apuntaron hacia él. Tenía fluidos contactos con el ministro de justicia de la nación de ese momento, Elías Jassán.
La madeja macabra se fue desenredando lentamente, a pesar de las maniobras para desviar el curso de la investigación. La policía bonaerense buscó acusar a distintos personajes, perejiles, como la dueña de cabarets de Mar del Plata apodada “Pepita la pistolera o un delincuente uruguayo en cuya casa apareció el revolver calibre 32 que se identificó como el arma homicida.
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Por una infidencia cayó el grupo de delincuentes conocidos como “Los Horneros”, marginales de una localidad cercana a La Plata, quienes esa noche habían cometido el crimen junto al policía que los lideraba, Gustavo Prellezo. También apareció el vínculo que los vinculaba con Gregorio Ríos, el jefe de la custodia del empresario telepostal Alfredo Yabrán, entonces dueño de la empresa Ocasa y varias firmas más del sector. Yabrán odiaba que se lo conociera públicamente tas haber sido capturado por la cámara de Cabezas durante el verano anterior.
La funcionaria policial Silvia Belawsky, ex esposa del oficial Prellezo, dijo que su ex pareja le había dicho que Yabrán había ordenado la muerte de Cabezas. El empresario había sido denunciado en el Congreso en 1995 por el entonces ministro de economía Domingo Cavallo como líder de una organización mafiosa y criminal y había asegurado que “sacarme una foto a mí es como darme un tiro en la frente”. Así, quedó cada vez más salpicado en el caso. Finalmente, el juez de Dolores José Luis Macchi ordenó su detención en 1998. Escondido en uno de sus campos en Entre Ríos, se suicidó cuando lo fueron a detener. A pesar de las dudas que generó el hecho, el periodista Gabriel Michi y muchos otros testigos y pruebas de laboratorio confirmaron que el muerto era Yabrán y que fraguar su muerte era imposible.
Según se comprobó en el juicio, que empezó a fines de 1999, Prellezo fue quien comandó el operativo de secuestro y asesinato cuando Cabezas volvía a su casa para reencontrase con su esposa y su hija menor. En el proceso judicial fueron condenados a prisión perpetua Prellezo, los “horneros” Augé, Braga, González y Retana, otros dos ex policías, Cammarata y Luna y también Gregorio Ríos, como instigador del secuestro. No pudo probar que también haya instigado al asesinato. Silvia Belawsky, que hizo una falsa denuncia, fue condenada a 4 años de cárcel. El comisario de Pinamar “La liebre” Gómez también fue condenado a perpetua, en 2002, en otro juicio, por liberar la zona para que actuaran los asesinos.
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A 25 años del crimen, todos los condenados ya están en libertad, con excepción de 2 de ellos, Cammarata y Retana, que murieron en prisión. La familia de Yabrán sigue viviendo en Uruguay, donde se radicó después del suicidio del empresario. La esposa de José Luis Cabezas se radicó en España junto a su hija menor.
Como todos los años, familiares, amigos, periodistas y fotógrafos recordarán en la cava la tragedia ocurrida aquella madrugada. Un monolito y algunas cruces señalan el siniestro lugar de su muerte. Pero también hay monolitos, plazas y algunas calles a lo largo del país que llevan su nombre y donde también será homenajeado.
Jorge Fontevecchia, dueño de la editorial que edita Noticias, dijo hace pocas horas que la reacción de la sociedad ante el asesinato “enseñó a los bárbaros que asesinar a un periodista terminaba teniendo consecuencias peores para ellos. José Luis Cabezas con su vida salvó la de muchos periodistas durante el último cuarto de siglo. Y lo seguirá haciendo”.
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