“Hasta acá llega mi camino”, dijo Joaquín Brito en Los 8 Escalones después de ganar 12 millones de pesos el miércoles a la noche. Mientras todos estaban descolocados procesando sus palabras, el joven aseguró que terminaba su participación y que le cedía los últimos 3 millones a Omar, su oponente.
Su gesto estaba ligado no solo a una razón sino también a una regla del programa, que indica que para cobrar el premio se debe perder compitiendo y no retirarse con el dinero. “Omar debería ir esta noche y competir para llevarse esos tres millones”, sostuvo en diálogo TN.
El participante de 28 años comentó al mismo medio que su objetivo en el juego era ayudar a sus padres a terminar su casa en Villa La Angostura. “Viven desde hace 19 años allá, yo me volví hace más de 10 para estudiar en Buenos Aires. Sin embargo, no pudieron terminar de construir la casa en la que vivíamos todos”, contó.
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Brito confesó que empezó a evaluar dejar de participar cuando logró los 9 millones: “El ritmo del programa es muy alto, son muchas horas de grabación. ‘¿Vale la pena seguir haciendo esto?’, me pregunté”.
Según dijo el cineasta, sintió una sensación de culpa cuando alcanzó los 6 millones porque creía que el objetivo estaba cumplido y había decidido ceder el premio si se encontraba con un jugador que tuvieran un buen propósito por el que competir.
“Cuando llegué a los 12 millones ya me sentía hecho. Como le dije a Guido, no soy avaro. No quería seguir con esto”, aseguró y siguió: “Así que le comenté a la persona con la que había jugado la final, Omar, que le cedía el premio y le dejaba mi lugar para participar esta noche”.
Premio para papá y mamá
Joaquín afirmó que apenas cobre el premio se lo dará a sus papás para que terminen la casa. “Tienen que cambiar el techo de la casa, hacer el baño y la cocina y colocar nuevas ventanas y aberturas”, contó.
El joven casado con una chica llamada Agostina analizó el juego y opinó: “La gente asocia que estás ganando plata rápido y que no debés parar. Pero mientras sucede eso se empieza a ver la merma física, el dolor de panza, el agotamiento mental”. “Yo sentía que ganaba a costa de sacarle la posibilidad a otro. Y eso me afectaba”, se sinceró.
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El sueño del cineasta es conocer Japón con su esposa o ayudarla a que se opere la vista. Sin embargo, reconoció que nunca dudó en cambiar el objetivo del premio y que nadie le reprochó su decisión.
“Cuando ganás no entendés qué está pasando. Y hasta que no vea la plata no tengo ni idea de lo que hice”, reveló y concluyó: “Me esperaba alguna recriminación, aunque sea en chiste, pero nadie me comentó nada. Es más, me felicitaron: ‘Está muy bueno lo que hiciste’. Estoy muy contento”, completó.