A principios de mayo, Adrián Gómez debió ser internado de urgencia a causa de una hemorragia digestiva. Durante al menos una semana permaneció en terapia intensiva. Pese a que tiene que seguir cuidándose, ya volvió al ruedo y en diálogo con Noticiero Doce aseguró que “estuvo bravo”, pero que no tuvo miedo.
Sin embargo, recordó una escena que lo emocionó. Su hijo mayor, de 21 años, lo acompañó el día que lo internaron y, ante los nervios de no saber el diagnóstico, tuvieron un momento íntimo como si fuera el final de su vida. “Fue un momento que... ahora nos reímos porque fue una escena casi de despedida. Yo le decía, ‘loco, si me pasa algo, mirá...’. Nos dimos la mano y le decíamos, ‘no llores, boludo, no llores’”.
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Adrián también estaba preocupado por su hijo de 4 años, a quien no había podido saludar y al no tener el celular estaban incomunicados. “Cuando yo tenía horario de visita le hacía una videollamada. Los primeros días nos hablábamos y todo. Y después como que se enojó. Como que en su mente de niño debe haber pensado que yo no volvía porque no quería. Entonces ya no me quería atender las videollamadas. Era un dolor, una cosa desgarradora”, expresó.
El humorista, que entendió cuánto vale la vida, confesó que se conmueve cada vez que en la calle la gente le pregunta cómo está y le cuenta que le rezó al Cura Brochero y hasta a la virgen para que se recuperara. “Estaba en terapia intensiva y decía ‘parece mentira, ayer estaba haciendo un show’, ahí empezás a repetir la frase de la vieja ‘hoy estamos, mañana quién sabe’”, reflexionó.
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El humor cordobés, de luto
La muerte de Víctor Hugo Quinteros, más conocido como “El Rengo”, generó un profundo dolor en Córdoba. Adrián Gómez aún no lo puede creer y reveló que el día antes del lamentable desenlace habían planeado un encuentro.
“Me dice, ‘che, boludo, el próximo show hagamos algo juntos. Lo hagamos desde un hospital, me decía’”, en modo de chiste, ya que ambos habían tenido problemas de salud. “Y le digo, ‘no sé, si un show, pero nos tenemos que juntar, nos juntemos a tomar una sopita de verdura”, recordó que le respondió.
Los mensajes siempre eran con humor. Pero Gómez nunca imaginó este final: “Me cayó como un balde de agua fría. Me afectó mucho, un amigo”.