Llegó Yiya, la nueva serie original de Flow que se sumerge en la vida de María Bernardina de las Mercedes Bolla Aponte de Murano, la mujer que pasó a la crónica policial como “la envenenadora de Monserrat”. La producción, compuesta por cinco episodios y un especial documental, reconstruye los hechos que llevaron a su condena a prisión perpetua, y también los pliegues más inquietantes de su personalidad.
La serie muestra a Pablo Rago en la piel de un periodista que busca arrancarle la verdad, mientras la historia retrocede para revivir los momentos clave de los crímenes. Julieta Zylberberg encarna a Yiya y se pone al frente de una narración que combina reconstrucción histórica, drama y un retrato íntimo de la mujer que usaba el té como arma mortal.
La historia
La trama se apoya en el caso policial que estalló en 1979, cuando la muerte de Carmen Zulema Del Giorgio encendió las primeras sospechas. La autopsia reveló rastros de cianuro, y la investigación terminó vinculando a Murano con otras dos muertes: las de Nilda Gamba y Lelia Formisano, mujeres a las que les debía dinero. Con el tiempo, los peritos trazaron un modus operandi basado en el engaño, la confianza y un veneno que solía esconderse en una taza de té.
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Desde joven, Yiya buscaba ascender socialmente. A los 23 años se casó con el abogado Antonio Murano y tomó su apellido para distanciarse de la caída económica de los Bolla Aponte. Aunque era maestra, nunca ejerció: su objetivo era entrar en la alta sociedad porteña, y el matrimonio parecía el camino más rápido.
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Ya instalada en Monserrat, exhibía perfumes importados, pieles y joyas que no coincidían con el estilo sobrio de su esposo. Eran regalos de numerosos amantes que pasaban por su vida y financiaban su lujo. Tras quedar en libertad en 1995 por el beneficio del 2x1, ese costado se volvió parte de su imagen pública: habló de cientos de romances, frecuentó programas de televisión y hasta visitó la mesa de Mirtha Legrand.
Mucho antes de su fama mediática, Yiya había creado un esquema fraudulento que anticipaba las estafas piramidales. En tiempos de “plata dulce”, pedía dinero a amigas y vecinas prometiendo intereses altos y rápidos, y usaba aportes nuevos para pagar a las primeras. Cuando el sistema colapsó y ya no pudo sostenerlo, eligió un atajo sin retorno: deshacerse de quienes le exigían que saldara sus deudas.
Con su estreno, Yiya retoma un caso que marcó a la Argentina y lo devuelve al centro de la escena con una mirada contemporánea. Entre reconstrucciones, testimonios e interpretaciones potentes, la serie propone revisar qué hay detrás de un mito criminal que aún hoy genera miedo, curiosidad y una incómoda fascinación.



