Desde el vamos me quedó claro que la palabra fama pareciera no importarle a Aldo Merlino. Sin embargo, no hay cantante o conjunto de música que no conozcan el virtuosismo de este hombre de casi 88 años.
Aunque ya no ejerce como luthier, su hijo Alberto heredó ese noble oficio y hoy sus guitarras son admiradas por los grandes intérpretes argentinos.
Algunos de sus clientes fueron/son la primera formación de Los Fronterizos, Jorge Cafrune, Cacho Tirao, Palito Ortega, Chaqueño Palavecino, Jorge Rojas, Facundo Toro, Yamila Cafrune, Los Nocheros… Y la lista sigue.
Don Aldo recuerda que cuando era un niño de apenas 6 años ya tenía la primera idea de cómo fabricar una guitarra. Lo concretó a los 19 años y la vendió a un peso ochenta centavos de esa época.
Después su taller se convertiría en un gran proveedor de las guitarras Optima, famosas en toda la Argentina.
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Todavía tiene en su poder la última guitarra que le hizo a Jorge Cafrune cuando lo sorprendió la muerte en una ruta argentina. Aldo no estaba seguro de la eficacia de este instrumento que lo fabricó con madera de ébano africano. Por eso no quiso vendérsela, se la entregó al gran folclorista jujeño para que la probara. Después de su trágica muerte, los familiares de Cafrune se la devolvieron porque sabían que era de él.
Aunque suene extraño, Aldo no estudió música -al igual que su hijo Alberto-, pero indudablemente la lleva en el alma, porque de sus manos salieron los instrumentos de cuerdas más precisos: charangos, liras, violines, laudes, guitarras de las más variadas y arpas, entre otros.
Jorge Rojas, que tiene varias de sus guitarras, dice que nunca se conforma, que siempre quiere una más. “Tiene una sonoridad sin igual”, confiesa el cantante de Anisacate.
Los Merlino usan todo tipo de maderas, cedro, guayubira, nogal, ciprés, jacarandá, y abeto. El nombre de Aldo figura en el libro de los Grandes Maestros del Arte Popular Iberoamericano, como uno de los tantos auténticos artistas del mundo.