Dos horas antes que comience América Show detrás y delante del escenario de Espacio Mónaco el movimiento es intenso: técnicos probando sonido, plataformas y un inmenso avión de utilería poniéndose a punto, artistas maquillándose, bailarines elongando y cantantes vocalizando. Caminar por los camarines de este espectáculo es encontrarse con el “folclore de la previa” del show tan llena de cábalas, ropa por planchar y una aperitivo en forma de mate y tutuca.
“En total somos como cien personas las abocadas cada noche al show”, dirá Ángel Carabajal, su director. Es que también hay que considerar el personal de cocina y salón que atiende a los comensales porque, al igual que el año pasado, el plan es “cena -show”.
Antes de correrse el telón el humorista rosarino Zaúl Showman (Premio Carlos en su rubro) hace su rutina y rompe el hielo. Después volverá a aparecer vestido de Capitán América en un contrapunto divertido con el escultural Maxi Diorio.
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El sonido cuadrofónico envuelve el lugar y juega un papel fundamental para el lucimiento de una ajustada banda en vivo y sus seis cantantes, entre los que se destacan Julián Burgos o la cubana Elena Guarner. Y ahí es cuando aparece “una que sepamos todos”: Oye mi canto, la Lambada, New York, New York o Sigo siendo el rey. Aplausos aparte para Felipe “Chu Chú” Carabajal, el pequeño hijo de Ángel de 9 años que está el frente de la batería y que todas las noches recibe el cariño y la sorpresa del público.
Mientras Gina Casinelli espera su turno para subir a escena y otros tantos bailarines corren para llegar a cambiarse, ella cuenta con una sonrisa: “Estoy chocha, aprendiendo todas las noches”. Ese parece ser el espíritu que reina de este ejército colorido e imparable, que rápidamente contagia al público.
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En el momento de la chacarera, el que sabe más o menos un zarandeo o zapateo, giro y vuelta entera, tome coraje y pase al frente. Bailar en el escenario de América Show es una experiencia que se lleva en forma de souvenir de las vacaciones. Para el final, “Guantanamera” y el público será ese coro improvisado y feliz que se va del Mónaco con la panza llena y el corazón contento.