Gerardo Rozin falleció a los 51 años un 11 de enero de marzo de 2022. Cuando le dieron el diagnóstico de su enfermedad, decidió escribir una carta de despedida.
A un año de su partida, sus hijos Elena y Pedro, a través de sus madres Carmela Bárbaro y Mariana Basualdo, hicieron público el texto que dejó el conductor y productor rosarino. Ilustraron la publicación con un video de los momentos compartidos con Rozin.
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“Todos los días pensamos en Gerardo: su ausencia ocupa mucho lugar pero también su recuerdo es una compañía verdadera. Los aniversarios, sin embargo, tienen peso también fuera de la familia”, detallaron en el posteo en Instagram.
Además agradecieron el apoyo y cariño recibido de “toda la gente que lo quería o que disfrutaba de la televisión que él hacía”.
En la carta, Gerardo Rozin habló de qué sintió cuando le detectaron su problema de salud, reflexionó sobre la vida y habló de las personas que formaron parte durante sus 51 años.
“Paso a decir que me voy contento. Que tengo una hija de diez y un hijo de veinte, y me estoy por morir sabiendo que les dejo la seguridad de que fueron amados”, comienza la carta escrita por el periodista. En esa primera parte, reconoció que les quedaron “muchas gracias por hacer juntos” entendiendo que las “despedidas dejan espacios vacíos”.
“Estoy sonriendo. Lloré siempre, pero frente a lo inevitable, lo que llegará en poco tiempo, no me siento con derecho a la queja”, confesó Gerardo Rozin al hacer referencia a su estado de salud y la muerte que llegaría poco tiempo después. También le dedicó unas palabras a sus parejas y afirmó que “amó de verdad”.
La carta completa
Paso a decir:
Paso a decir que me voy contento. Que tengo una hija de diez y un hijo de veinte, y me estoy por morir sabiendo que les dejo la seguridad de que fueron amados. Muy amados. Tienen valores para abrazar y para discutir, pero no arrancan sin ideas. Es un montón . Hemos sido gente de reir mucho, disfrutamos de la ironía y no del sarcasmo. Nos quedaron muchas gracias por hacer juntos, pero se sabe que estas despedidas dejan espacios vacíos.
Estoy sonriendo. Lloré siempre, pero frente a lo inevitable, lo que llegará en poco tiempo, no me siento con derecho a la queja.
No es que no reconozca mis defectos sino que errores comete todo el mundo y siento de estuve más en el equipo de los buenos que en el los otros. Tengo algunos orgullos: en la televisión comercial pude hacer ciclos vinculados a los derechos humanos sin que nadie me lo pidiera, buscando esos espacios en la nube del entretenimiento. Y creo que produje algunos momentos emocionantes y graciosos.
Amé de verdad a las parejas que tuve. Y tuve el don de hacer reír mucho a mis amigos. No soy creyente, no me llevo nada, pero les dejo las carcajadas que les arranqué. Soy una de las personas que más los ha hecho reir. Es otro de mis grandes orgullos.
Puedo agregar algunos chistes al respecto pero ciertamente no estoy de humor. Perderlas y perderlos me duele tanto como saben.
Si alguien me extraña en cualquier canción rosarina o uruguaya, en el saxo de Charles Lloyd , en Bowie o en la fe que canta Montaner me van a encontrar. Siempre.
Crecí en los ochenta y me siento obligado a expresar algunos principios una conducta muy en boga por aquellos años: soy judío, socialdemócrata y de central. Ah, en Qué bello es vivir siempre los estoy esperando para compartir una película juntos. Igual, si ven que no aparezco, arranquen a verla ustedes.
Poco para agregar, más por falta de tiempo que de ideas. Digamos que hemos compartido tres temporadas muy decentes y que soy feliz por irme sabiendo que las que producirán ustedes serán aún mejores.
Gerardo