Llegó en bermudas. El termómetro explotaba. Ya poco importaba cuántos grados marcaba. Hacía mucho calor y punto. "¿Me tomás de cuerpo entero?", le preguntó Chichilo Viale al camarógrafo preocupado por su "facha". Mientras se preparaba para la nota, hablamos de los nietos, de su programa de televisión en Buenos Aires y de su parecido físico con Chaplin.
Criado en barrio Rogelio Martínez, cuando terminó el secundario en el Manuel Belgrano, cruzó la calle y se anotó en la Facultad de Agronomía. Cursó cuatro años de esa carrera. "Nunca me bocharon. Ahí armé mi primer grupo de teatro. Me vio el gordo Cognini (creador de la revista Hortensia) y me propuso hacer una obra. Fue el trampolín", contó Chichilo viajando en el tiempo.
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Todo estaba escrito para que el teatro le gane a todo (también hizo dos años de Analista de Sistemas), inclusive al deporte. Un golpe en el riñón jugando al rugby lo alejó de esa actividad para siempre y es ahí, también, cuando la balanza de la vida se inclinó por el arte.
"Estuve en coma farmacológico 10 días y 6 meses sin hacer nada", relató mientras contaba que desde hace muchos años, una vez por semana, juega al paddle.
Hoy, anda liviano por la vida. Su espectáculo cabe en un bolsito. "Stand up de barrio tiene una gran ventaja: puedo cobrar una entrada muy accesible porque es una producción simple, una planta de luces, mi asistente y yo". ¿Tal vez alguna desventaja? "Ninguna, si me olvido el remate de un cuento, como una vez me pasó, improviso e improviso y la gente se ríe igual, me bancan".
Plan B: se despeina un poco, se saca los lentes y aparece el borracho, ese personaje que "le pesa tanto como lo disfruta". "Hice 40 obras de teatro en mi vida, sólo en 6 apareció el borracho, pero es así... pegó y cuando algo pega, pega" . Y sí Chichilo... a ese borracho "¡Salud!"