Por recomendación del psicólogo. Porque sueña con estar arriba de un escenario. Porque tiene condiciones. Porque es su cable a tierra. Porque le divierte. Porque es su hobbie. Por placer.
Son múltiples las razones por las cuales niños desde los 4 años hasta adultos mayores toman clases de danza, teatro o canto. Sólo en la ciudad de Córdoba hay 300 academias de danza que mueves unos cuatro mil docentes de lo más diversos ritmos y géneros.
Hoy, es un sector golpeado y castigado por la cuarentena porque viven exclusivamente de la cuota de los alumnos. Matrícula que se vio altamente alterada por la pandemia del Covid- 19 y la prohibición de dictar las clases.
"Alquilamos 6 salones y en situaciones normales tenemos unos 500 alumnos, hoy apenas llegamos a un quince por ciento del alumnado".
“La situación es alarmante. Nosotros somos una de las escuelas más grandes de danza, alquilamos 6 salones y en situaciones normales tenemos unos 500 alumnos, hoy apenas llegamos a un quince por ciento del alumnado", cuenta a El Doce Gustavo Leymon, quien junto su mujer son propietarios de la “Escuela de Danza Cecilia Dericia”.
Las clases que hoy se dictan son a través de la plataforma Zoom que permite tener en video conferencia a varias personas en simultáneo. Sin embargo, para la mayoría de las escuelas de artes lejos de ser una alternativa real es un paliativo. “En el caso de las danzas en pareja como el folclore o la salsa se complica y hemos tenido que adaptar los contenidos de las clases”, explica Leymon.
+ VIDEO: El informe en Noticiero Doce:
Según la profesora de ritmos latinos, Soledad Martino, “los niños son los que más han abandonado las clases: están cansados de ver pantallas porque además tienen que seguir por la computadora las tareas del colegio, sumado a que requieren la intervención de los padres para poder seguir estas clases por zoom”.
La escuela de teatro Alquimia es una de las pocas en Córdoba especializada en artes escénicas que se animó a las clases virtuales y mantiene sus 15 talleres y seminarios de manera on line, incluso se han sumado alumnos de otras provincias. “Es una experiencia nueva. Al principio nos hacía ruido porque el actor es un bicho acostumbrado a estar en el terreno de juego, así que fuimos estableciendo estrategias para traducir los contenidos al modo virtual”, cuenta Guillermo González, director de la escuela.
Hace poco más de dos meses que estos espacios suspendieron las clases presenciales. Aunque las clases virtuales logran mantener el ritmo de un taller, lograr los grupos unidos y seguir disfrutando de la actividad, sus directivos coinciden en que lejos está de igualar la “magia” que se genera compartir un mismo lugar.
El paso siguiente es ser escuchados por las autoridades de gobierno para establecer protocolos de higiene y seguridad y buscarle una solución a un sector castigado por partida doble: docentes y alumnos lo necesitan.