AsÍ. Despojada. Tranquila. Directa. Con absoluta entrega, como en sus libros (La hora del lobo, Malasangre, El revés de las lágrimas, Mariposas griegas, El año de las Glicinas, El oso de Karantania, Adorado John) esta mujer, que ha transitado con el alma el camino de su propio dolor, vino a mi programa y casi se desparramó en el sillón para dejar muchas huellas con sus palabras, como lo hace cuando escribe. ("Mi Otro Yo" - viernes 21hs. Canal C)
Quiso ser periodista, pero se recibió de fisioterapeuta, y esa actividad le aseguró un buen sustento para el hogar y una excelente relación con sus pacientes. “Mi mamá siempre me decía, estudiá para no ser un burro de carga”, recuerda entre risas.
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Pero su espíritu aventurero no solo la llevó a volar en avioneta, sino a bucear en sí misma, escribiendo lo que sentía: “A mí, la escritura me salvó de la depresión, y por esa misma depresión bajé 16 kilos”.
Habla de la muerte con naturalidad, porque dice que “no es un fracaso de la medicina, sino un estadío más”, pero le llevó tiempo comprenderlo, pasando incluso por procesos de autodestrucción.
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Le encantan los viajes, las reuniones con amigos, los encuentros con sus hijos, con sus nietos, o ir a visitar al hijo varón que vive en el exterior: “Con mis hijos siempre fuimos buscadores y muy aventureros”.
Sobre sus comienzos en la escritura, recordó a una maestra que le dijo a su madre “esta nena escribe bonito” y eso la incentivó.
Sus bellos ojos turquesa brillan más aún cuando hablamos de El Club de la Cicatriz: “Ese lugar fue creado como un taller de escritura como resiliencia”. Y la moviliza mucho el simple hecho de que personas que llegan con el alma rota puedan sacar una sonrisa en ese entorno.
“Mis fantasmas ya están acomodados en mi vida”, asegura. Y como ella pasó también por dolores profundos, siente que con la escritura como herramienta puede curar y ayudar a otros que la están pasando mal.
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Un silencio sepulcral invade el estudio, mientras Cristina con su voz dulce y pausada, nos da cátedra de la vida, de las heridas, de la risa sanadora, de la terapia, del encuentro entre amigos.
Nos dejó la sensación de que es una de esas personas que no esperan lo que vendrá.
Simplemente disfruta a pleno lo que le ocurre ahora.