Hernán Casciari es un escritor distinto. Sale de la norma y de lo tradicional. A veces no alcanza definirlo como “escritor”. Es mucho más, pero de niño soñaba con ser eso. Hoy admite que significa algo totalmente diferente.
Se sube a un escenario y logra que por más de una hora, cientos de personas vuelvan a uno de los instintos más primitivos del ser humano: dejar todo y prestar atención a una historia. “Un milagro”, en sus propias palabras.
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En una extensa entrevista con Seguimos en El Doce, el artista reflexionó sobre su profesión y adelantó sus presentaciones en Córdoba. Los 18 de todos los meses y hasta fin de año llega con una propuesta diferente cada una de las veces. “Cuentos a la carta significa que la gente que compra la entrada elige los cuentos”, relató.
Somos historias
¿Vivimos de contar historias? “No conseguís nada si no sabés contar algo. Todos somos contadores de historias. Sabemos mentir muy bien”, aseguró Casciari. Y agregó: “Somos personas distintas dependiendo con quién estamos hablando. Estamos todo el tiempo contándole un cuento a otro. Somos relatores de nuestra propia vida”.
En ese sentido, reveló que no le interesa mucho el formato en el que llegan las historias: “Soy fan de que al otro le llegue la información de la manera correcta”. ¿Lo importante? “Lo importante es que la gente llegue al final de la historia”, sentenció el escritor.
¿Messi es un perro?
Sin dudas es uno de sus cuentos más virales de Casciari. El astro del fútbol argentino, comparado con un perro. “Viví en Barcelona cuando fue la mejor época del Barça. En esa época escribí un cuento donde comparé a Messi con un perro que tenía en la infancia que se llama Totin”, contó.
Y siguió: “Era un perro muy estúpido, no era inteligente. En el momento que sacaba una esponja de lavar los platos, Totin se volvía tremendamente inteligente porque quería llevársela a la cucha”.
Para Casciari, Messi tiene una “característica perruna”. “No es gran cosa fuera de la cancha, pero dentro de la cancha, cuando ve la pelota la quiere llevar al arco con la misma desmesura con la que un perro quiere llevarse un hueso o una esponja a la cucha”, cerró con una sonrisa.