Ingresó puntual al estudio (Mi Otro Yo - Canal C - viernes a las 21). Se lo notaba nervioso, o tal vez ansioso. Ahora se sentaría del otro lado de su profesión: a responder. Y eso lo haría más vulnerable.
Por las dudas aclaró: “Yo soy muy llorón”. Y ciertamente, mostró una gran sensibilidad, que solo puede exponer un rostro con lágrimas corriendo, casi en toda la entrevista. Desde el minuto cero noté que el periodista que todos los días se levanta al alba para informar desde un micrófono, se había sacado, en ese sillón, el traje de súper Petete.
Es que el que lo escucha cada amanecer desde hace años, seguramente tiene muy afianzada esa imagen que forjó con esfuerzo y mucha capacidad para su trabajo: el de poner en palabras, duras, claras, valientes, el sentir de la gente: Ttengo un gran público detrás mío, son muy fieles y me siguen desde el comienzo”.
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Es un hombre agradecido de lo que le dieron sus padres: “No tenían grandes estudios, pero siempre me fomentaron el esfuerzo a pesar de su gran humildad”.
Y sus lágrimas corrieron con más fuerza cuando recordó su casa con piso de tierra, y su niñez, con pocas cosas materiales, pero con muchos valores: "Mi papá siempre fue muy laburante… desde chico vendíamos alfajores de chocolate y artículos de pesca juntos, que mi papá fabricaba en casa”.
Está agradecido de lo que hoy le toca transitar: “Me encanta cocinar y viajar… disfrutar de la vida”, resalta.
También se hace cargo de que no todo fue perfecto. Se casó. Se divorció. Y de esa relación tiene dos hijas que son la razón del brillo de sus ojos: "Con mis hijas jugamos a poner apodos a la gente y al ajedrez”. A pesar de mi insistencia, no me quiso decir el mío, aunque prometió contármelo en una de las charlas diarias que tenemos antes de salir en Noticiero Doce. “La chispa la heredé de mi viejo”, se jacta.
Se lo nota relajado y feliz. Y conciente de que cada día es único.
Dispuesto a dar lo mejor de sí, contó que comparte su vida con una nueva pareja: "Estoy viviendo una hermosa historia de amor. La conozco desde que era chico y siempre me gustó, la veía en el colectivo desde los 10 años pero cada uno hizo su vida. Hoy gracias a las vueltas de esa vida nos reecontramos y estamos juntos”.
Terminó el programa... ¡pero él siguió llorando! Antes de volver a ponerse el traje de periodista serio, se dio vuelta y me preguntó: “¿Lloré mucho?”. "Lo suficiente para mostrarle a la gente quién es el Petete que conozco", le dije.