Paseo de los Artesanos de Villa Carlos Paz. Siete de la tarde. El mimo-payaso baja sus “bártulos”, instala luces y sonido y comienza la función. Sus primeros espectadores eran los hijos de los artesanos, que función tras función se aprenden la rutina del artista de memoria. Risas. Canciones. Aplausos. Y a pasar la gorra. La historia de Piñón Fijo se estaba escribiendo en ese lugar.
También podríamos llamarla la “prehistoria” del payaso más famoso del país. Un big bang artístico que cumple 30 años.
En 1989, Fabián Gómez salía de su Deán Funes natal a Villa Carlos Paz a sumarse al gremio de los artistas callejeros. "Yo mismo me hacía la ropa, mi mamá también me ayudaba, hasta tenía una pequeña máquina de coser", cuenta.
Alternaba actuaciones entre esa ciudad del Valle de Punilla y la ciudad de Córdoba. También pasó veranos en la peatonal de Mina Clavero. No hay muchos casos de artistas callejeros de esta provincia que hayan llegado tan lejos. "Ojalá hubiera más", dice él.
El Paseo de los Artesanos, la vieja Dolce Neve en Libertad y Alvear, también de Carlos Paz, saben de sus andanzas y canciones. En esa época grababa los temas en casetes TDK, los vendía y distribuía tarjetas. "La calle era el contacto con las familias para que luego me contrataran para animar cumpleaños", recuerda con alegría.
Fueron casi 15 años de artista callejero. Cuando actuaba en Córdoba los fines de semana salía de su casa de San Vicente en bicicleta. Iba a la Isla de los Patos, Plaza San Martín y Parque Sarmiento. El saxo cloacal ya existía y sus hijos Jeremías y Solicito también.
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Las anécdotas son interminables. Hablar con Piñón Fijo y mirar hacia atrás es entrar en una vorágine de risas y mucha emoción. En el relato de recuerdos aparecen los nombres de Tati Ordoñez, más conocido como Payaso Poca Sopa y Gabriel Almeida, el creador del gauchito Don Zoilo. “Con ellos andábamos por las plazas, tocando la guitarra. Con Tati comenzamos juntos, yo era Piñón Fijo y él Guardabarros”, relata Fabián Gómez con entusiasmo.
De las historias más graciosas está la famosa anécdota de “la vecina”. Un día, una señora que vivía en el edificio de enfrente del Paseo lo denunció por ruidos molestos. El payaso estuvo tres días ausente. Pero los artesanos y los turistas juntaron firmas y Piñón volvió. “Fue un operativo clamor y de ahí salió una canción”, cuenta. Con música del tema de Joaquín Sabina “Y nos dieron las 10” salió “La canción de la vecina”. “Fue el hit del verano”, dice. Como si el tiempo no hubiera pasado, el payaso la canta frente a las cámaras del El Doce.
Durante la caminata por el Paseo de los Artesanos también habrá lugar para que la lágrima dibujada en su rostro se vuelva casi real. Las imágenes y recuerdos “movilizadores” comienzan a aparecer: "Son muchos sueños proyectados acá. La locura de la vida que en este paseo yo soñé con tocar en el Luna Park. Y cuando toqué en el Luna Park lo único que me sostuvo, para que no me de un ACV en ese escenario, fue acordarme de este lugar”.
Fabián Gómez, Piñón Fijo. Un artista, un personaje. Treinta años de canciones y sonrisas. Y la calle… su primera escuela.