Mariana Genesio Peña se disculpa por haber retrasado la nota por zoom. "Tuve un día de locos", dice. Pero allí está, del otro lado de la pantalla, tan rubia, tan lejos y tan cercana. Y tan alegre. Al mismo tiempo le brillan los ojos cuando dice "extraño tanto Córdoba".
Las entrevistas por Zoom no tienen horarios. Son las diez de la noche de un día de semana y acá estamos hablando por primera vez con la actriz que hoy es una de las participantes de La Academia. Seguramente por estas raíces cordobesas en común nos da la sensación que la conocemos de toda la vida o quizás sea su simpleza y calidez al hablar. Cuando nombra "Dorian Grey" o el "Ojo Bizarrro", da la sensación de que tal vez nos hemos cruzado en algunos de esos lugares a principios de los 2000.
Es que antes de formarse como actriz, emigrar a Buenos Aires y pasar por la telenovela Pequeña Victoria o por El Marginal, Mariana era una artista de performance en boliches y lugares nocturnos de la ciudad de Córdoba. "De chiquita soñaba con ser una estrella famosa, me imaginaba como una Marilyn Monroe, era mi fantasía. Después cuando fui creciendo empecé a ver cómo podía llegar a eso", dice.
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Hoy, con un camino recorrido en Buenos Aires recuerda su "pre historia" en Córdoba: "Para las chicas trans las primeras puertas siempre te las abre la noche, es el lugar más amigable, de aceptación. La posta es a la luz del día...", cuenta. Es ahí que viene el primer recuerdo de "aceptación" en Córdoba: "Estudiaba traductorado de inglés en la Facultad de Lenguas, ya me veía casi como ahora, con el pelo rubio, vestida muy femenina y un día un profesor me llamó aparte y me preguntó cómo quería que me llamaran. No me lo esperaba, fue la primera muestra de aceptación de la sociedad Córdoba".
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Sin buscarlo, gracias a su popularidad y la masividad que le dio la pantalla, su historia de vida ayuda hoy a muchas familias y chicas trans que la ven como una "inspiradora" y referente. "Tengo muchos mensajes de gente que se siente agradecida por el simple hecho de que esté en los medios. Mi historia inspira a personas que tienen familiares trans. Les abre la cabeza y les ablanda el corazón", cuenta.
"Call me Mar" ("Llamame Mar"), dice el perfil de su Instagram. El nombre, la identidad, lo más esencial, profundo y valioso que puede tener una persona para ella no fue algo tan sencillo. "Recién el día que pude cambiar mi nombre en el DNI me di cuenta que estaba fuera del sistema. Yo no podía ir a pedir un trabajo con un nombre que no me representaba", finaliza Mar y se despide como empezó esta charla, con una sonrisa.