Los famosos están acostumbrados a recibir a diario mensajes de odio sus "haters", pero todo tiene un límite y algunos pueden doler más que otros. Esto le pasó a Nati Jota, que recibió, no solo un texto con un comentario despectivo, sino un audio todavía más denigrante.
“¡Gracias, pu...! ¡Pu...! ¡Reventada! Me ahorco el ganso viendo las fotos tuyas, hija de pu...”, es lo que tuvo que escuchar de estas dos personas, como respuesta a una historia suya en la que saludaba a sus compañeros camarógrafos en su día.
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Ante esto, decidió publicarlo en sus redes sociales, para compartir un poco de su indignación: "Sabés por qué subo esto? Porque es horrible, porque es incómodo. Y sabés por qué es incómodo? porque es demasiado real", expresó.
La influencer destacó que no es la primera vez que recibe comentarios de ese tipo, pero que este la afectó especialmente por el descaro de los agresores, que no tuvieron pudor en poner su voz para revelar que se masturbaban viendo sus fotos y tratarla en modo despectivo: "Es solo un modo de exteriorizar una concepción que tienen nuestra", dijo.
La conductora aclaró que decidió no escracharlo y publicar su nombre, ya que a su entender "no suma". "Elegí responderle pidiéndole por favor que reflexione. Tiene 21 años. Está a tiempo. Tengo esperanza", dijo.
El texto completo y la reflexión de Nati Jota sobre el ciberacoso sexual:
¿Sabés por qué subo esto? Porque es horrible. Porque es incómodo. ¿Y sabés por qué es incómodo? Porque es demasiado real.
Pienso que por primera vez algunos no entienden al feminismo y por qué andamos con que ‘machirulo esto’ y ‘machirulo lo otro’. Quizás se acerquen a lo que nos hacen y a lo que sentimos. Esto es solo una expresión de una manera de vernos y creer que pueden dirigirse a nosotras. Es solo el modo de exteriorizar una concepción que tienen nuestra, de lo que somos, de lo que merecemos.
Impresiona porque no solo son palabras, es un audio, tiene un tono de voz que todavía evidencia más la impunidad de hablarnos así, el lugar en el que para ellos estamos, el grado de violencia, enojo y odio con nosotras, conmigo. ¿Por qué? ¿Qué hice? ¿Qué hicimos?
Escuchalo de vuelta. Yo no pude escucharlo más de dos veces. ¿Te incomoda? Esto pasa todo el tiempo expresado en otras millones de formas. Ponelo otra vez. ¿Ahora entendés por qué estamos tan enojadas?
Me dicen por ahí que lo escrache. Que lo nombre. Que diga quién es. Yo pienso: ¿de qué suma? ¿Él va a aprender porque le lleguen tres millones de puteadas? No. ¿Yo me voy a sentir mejor porque lo agredan? Tampoco. Elegí responderle pidiéndole por favor que reflexione. Tiene 21 años. Está a tiempo. Tengo esperanza.
Además, pensé en su mamá, por ejemplo. La culpa o angustia que puede sentir por ese hijo que más que un hijo suyo es hijo del patriarcado. Y si odiás este término también te cuento que es quien hace a estas personitas con estas pulsaciones hacia nosotras. Por eso, además, no lo nombro. Porque no me enojo. Me da pena y bronca. Y lo disocio de su nombre, de su persona, de sus 21 años. De si se llama Lucas, Juan o Ezequiel. Porque este pibe no es UN pibe. Hay muchos, miles. Es la sociedad enferma. Es una consecuencia de lo que todos también avalamos y vivimos tantos años.. con putear a él no ganamos nada. No sirve. Prefiero armar este debate y ojalá curar, aunque sea, a un par más.
Ojalá escuchando este se despierte algún otro. Y ese otro despierte a otro. ¿Entendés por qué no hay que ser un machirulo? Escuchalo otra vez. ¿Odiás quedar generalizado en estos modelos de verga? Ponele play de vuelta. ¿Te da vergüenza? Dale otra vez. ¿Necesitás salir a gritar y aclarar que vos no sos así? No hace falta. Para la próxima que veas un destellito así en tu amigo Hernán o tu primo Fede, decile algo. O mostrale esto. Que incomoda tanto que ya no le querés dar play otra vez, ¿verdad? Hacelo, porque a las mujeres nos obligan a escucharlo y sentirlo a cada rato.
Y suena bruto, porque esta misma manera de vernos es la que tienen los que nos violan y nos matan. Te lo juro, no es exegerado. Listo, ahora te libero, no lo escuches más. Pero seguro te queda retumbando. Como a nosotras, las que seguimos. Y como cada nombre de la que ya no está.