El chiste es viejo pero hoy me dio vueltas todo el día cuando pensaba en Mar Tarrés. Es que el otro día me apenó el mal momento que pasó al exponerse en La Chica del Verano. Se retiraba, harta, del bardeo por su cuerpo. Ahora, la veo ganar y levantar el premio feliz y me desconcierta.
Es como el chico ciego que no dejan entrar a un boliche. ¿Realmente es feliz cuando entra luego de que los medios presionaron para que entre a un lugar que no le hizo lugar antes? O la chica de silla de ruedas que no pudo entrar y sale en los medios...¿Y después? ¿Y después qué? Le aparecen rampas por todas partes supongo. Me parece que la inclusión de nada sirve si es una aventura. Porque ahí sentís que te forrean, no que te incluyen.
Mar Tarrés, hace una década La Chica del Verano es un certamen de lomos y tetas y siliconas y belleza vendible. Hoy, para dibujarla, dicen que es un certamen de “popularidad”, porque ganaste vos.
Me puse a ver cómo la peleaste con las reglas de ellas con tweets y puteríos. Y de pronto dijiste “me bajo” de la campaña. Y seguiste y de pronto ganaste. Me quedo con la sensación que te sacaste el cinto y te transformaste en cero. Y yo que te creí un ocho.