Su búnker creativo, caótico y ecléctico lo describen a la perfección: bajos, consolas de sonido, un retrato firmado por su amigo Crist, fotos históricas con Los Tekis, lápices, hojas y corchos que pegados uno al lado del otro se transforman en obras de arte cual recuerdo inmortal de gratos momentos. Esta habitación en el primer piso de su casa de barrio Alberdi habla de un hombre inquieto, amiguero y artista de tiempo completo. José Luis “Pucho” Ponce abre su mundo y detrás del bajista de sonrisa franca de Los Tekis hay más que carnavalitos.
La cuarentena lo encontró -como muchos músicos- sin giras, shows y festivales. “Se extrañan las charlas y viajes en el Teki móvil”, dirá con cierta nostalgia. Pero esta pausa impuesta activó algo que realiza desde siempre, aunque la falta de tiempo hizo que quede en un lugar relegado de la rutina: el dibujo. Lápiz negro, hoja y su trazo que fluye por el espacio. Hay cierto minimalismo en su arte, con sus personajes de ojos rasgados y líneas simples.
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Por la cantidad de obras, de las nuevas creadas en plena pandemia y de las otras, hay suficiente cantidad - y calidad- como para hacer una muestra. “Alguna vez hace mucho hice una exposición. Podría hacer una con esta creación de cuarentena”, dice entre risas. “No podría dibujar ni tocar y no podría escribir, porque también estoy preparando un libro de poesía, sin haber vivido. Ninguna de esas cosas las podría hacer sin haber vivido”, reflexiona.
"Ninguna de esas cosas las podría hacer sin haber vivido"
Vaya que ha vivido este villamariense que nadie adivinaría que tiene 62 años. Porque antes de sumarse a Los Tekis en 1995, meses después de que el grupo fuera Consagración en Cosquín, su vida transcurría en Italia.
A fines de los 80 y por siete años se mudó a ese país. La etapa pre-Tekis habla de un músico que tocaba en un banda de música latina y latin jazz. “Viví en Roma y un tiempo en Orvieto, una ciudad que gran parte de la población se dedicaba a la restauración”, cuenta con entusiasmo. Ahí es cuando aparece un dibujo con casitas amontonadas y un puente antiguo que remite a su etapa italiana.
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En este ir y venir de disciplinas, la música inevitablemente se mete en el dibujo. Al poco tiempo de andar la charla nos muestra una carpeta con retratos de sus propios compañeros de grupo. “Este es Mauro, Seba, Juanjo”, dice. A cada uno lo hace con el o los instrumentos que lo caracterizan, y sueña, por qué no, en que esos diseños aparezcan en algún vestuario de Los Tekis.
+ La nota con Pucho Ponce en Noticiero Doce: