Paola Acosta (36) junto a su hija de dos años desapareció el 17 de septiembre del 2014. Su familia se preocupó cuando pasaban las horas y ellas no volvían a la casa que compartían en barrio San Martin. A la mañana siguiente fueron a denunciar, sin embargo la tarde transcurría y aún no habían activado la búsqueda. Luego de la difusión en los medios, comenzó el operativo.
A Paola la encontraron asesinada y su hija estuvo 80 horas en una alcantarilla. La pequeña, que tenía 1 año y 9 meses, fue rescatada con vida.
“Creo que es un espacio que sabés que no va a volver el tiempo atrás. Las cosas que conocías hasta un momento no van a seguir ocurriendo de la misma forma. La vida se te cambia, se te da vuelta en un montón de sentidos. Por momentos no sabes dónde estás parada y tenés una ausencia muy grande”, dice Maru Acosta, quien con un gran compromiso va a cada marcha contra violencia de género, asiste a familiares de víctimas de femicidio y conoce los procesos judiciales detalladamente.
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Sin embargo no fue siempre así. El femicidio de su hermana la llevó a estudiar y vivir en carne propia los lentos procesos judiciales. “Si me preguntabas antes que sucediera lo de mi hermana qué hacía una fiscalía, qué hacían en tribunales, cómo se sacaba un turno, qué pasaba en un juicio, yo la verdad que no tenía idea. Tuve que aprender sobre la marcha. Hoy ya acompañé más de 30 juicios de victimas de femicidio y hemos cuestionado las decisiones de un montón de fiscales”, declara.
La Ley Brisa
Maru Acosta afirma que “un femicidio es como una bomba atómica en cada casa”. Ahora a ese dolor indescriptible sumemos los hijos de la víctima, ¿qué pasa con su crianza? ¿qué sucede con la manutención de estos niños y niñas?
Ante estos interrogantes podemos mencionar la “Ley Brisa” -Ley N° 27.452- que establece que los hijos y las hijas de mujeres víctimas de femicidio o de homicidio en contexto de violencia intrafamiliar y/o de género deben ser protegidos para crecer en un ambiente sano y libre de violencias. Por eso, tienen derecho a recibir una reparación económica mensual –similar a una jubilación-, acceder a una cobertura integral de salud y ser acompañados de manera integral durante su crianza.
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Lamentablemente el acceso a esta reparación económica no es fácil. Acosta cuenta que “es un trámite largo y engorroso”. “Se hace muy duro. Para poder acceder hay que hacer muchísimo trámites y esperar que se resuelva. Hay gente que aún no puede terminarlo porque les rebotan papeles. Todo esto va trabando algo que estuvo pensado para facilitarle la vida a las personas que les había ocurrido este hecho tan terrible”, describe.
Su lucha firme
Maru Acosta explica con claridad los procesos de la Justicia, habla con orgullo de su sobrina pero no duda en decir que su hermana le duele siempre. Ese dolor también es motor de lucha, de activismo y compromiso. Su pedido es firme: “Quienes vamos a las marchas y alzamos la voz en post de frenar la violencia de genero queremos que nadie más viva lo que vivimos nosotros. Estamos pidiendo que atiendan los reclamos y que no se repita lo que salió todo mal”.
ATENCIÓN:
Si sufrís o conocés a alguien que sufra violencia de género, comunicate gratis y las 24 horas al teléfono 144. También podés llamar al 0-800-888-9898 o escribir por WhatsApp al 351-8141400 (Ministerio de la Mujer).