Fernando Sarmiento, un obrero de 34 años, fue condenado el jueves pasado a tres años y cuatro meses de prisión por el delito de coacción continuada por la Cámara del Crimen de Río Tercero. Fue porque durante dos años y medio acosó por teléfono a una abogada de la ciudad.
La historia
Una mañana, Romina Sueldo, decidió entrar a una obra en construcción una mañana porque se había quedado sin batería en su celular y necesitaba comunicarse urgentemente con su marido.
Estaba embarazada de su segundo hijo y debía viajar a Córdoba a hacerse un control. Ahí fue cuando conoció a Sarmiento, quien amablemente le prestó su teléfono. En conversación con la mujer, que le dijo que era abogada, el hombre le pidió su número telefónico, con el argumento de que necesitaba asesoramiento legal.
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Desde ese día, la vida de Romina se volvió una pesadilla. Sarmiento, que tiene 4 hijos con dos mujeres, comenzó a llamarla entre 20 y 30 veces por día. “Primero con fines de conquista y después fue subiendo el tono de los mensajes”, dijo el juez José Argüello en diálogo con ElDoce.tv que ratificó el pedido de la Fiscalía de la Cámara, que había solicitado tres años y nueve meses de prisión.
“Sarmiento la cosificó, la humilló", explicó el juez. Además contó que la conducta del acosador se encuadró en la “Ley de violencia de género y contra la mujer”.
Lo llamativo fue que el acosador, que tiene antecedentes y en el proceso fue preso por comercialización de estupefacientes, siguió hostigando a la mujer desde la Cárcel de Bouwer, desde donde compraba chips telefónicos con este objetivo.
A pesar de que la abogada cambió su teléfono y todas sus cuentas en las redes sociales, el acosador siguió molestándola por otras vías: llamando a su marido, al Colegio de Abogados, a Tribunales.
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En el juicio, el acusado insistió que se trata de “una historia de amor”. En las propuestas que le hacía permanentemente, en su mayoría de índole sexual, el hombre llegó hasta pedirle que tuvieran un hijo juntos.
Durante el juicio, quedó constatado que la mujer está muy afectada por lo ocurrido. Le costaba dejar de llorar.
El juez contó que Sarmiento y su abogado, se negaron a que se le practiquen pericias psicológicas, por lo que fue juzgado como una persona imputable.
Mientras tanto, el juez ordenó que se monitoreen todas las comunicaciones que Sarmiento tenga desde la cárcel y cumpla con un tratamiento psicológico y psiquiátrico durante el cumplimiento de su pena en Bouwer.