A un año exacto de provocar una de las peores tragedias viales de la historia de Córdoba, Alan Amoedo decidió hablar. Lo hizo el primer día del juicio que lo tiene como imputado por homicidio culposo doblemente calificado (por las muertes de Sol Viñolo y de Agustín Burgos) y por lesiones culposas graves calificadas (por dejar en silla de ruedas a Fernanda Guardia, la sobreviviente).
El conductor del Volkswagen Vento reconoció que estaba alcoholizado y que había consumido drogas días antes de atropellar a las víctimas sobre la banquina de avenida Circunvalación. "Tomé alcohol pero en reuniones sociales y cuatro días antes consumí cocaína", dijo ante el tribunal.
Pese a reconocer esa irresponsabilidad, planteó que no es "un asesino" y que todo se trató de "un accidente". "Desde ese momento no tengo ganas de vivir. No tengo ganas de nada", afirmó.
Disculpas
Amoedo incluyó en sus primeras palabras un pedido de perdón por el horror que ocasionó. "Les pido disculpas por el dolor a las familias, hice mucho daño. Haría cualquier cosa que me pidan para reparar, daría todo lo que tengo", dijo.
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"Si tengo que ponerme de rodillas, me pongo", completó en uno de los momentos críticos de su descargo.
La clave del juicio
El proceso judicial tendrá como eje determinar si finalmente cambia la imputación de Alan Amoedo. Desde que el fiscal Tomás Casas decidió imputarlo por "homicidio culposo", los familiares de las víctimas y Fernanda Guardia reclaman que la figura sea de homicidio doloso y lesiones gravísimas.
De concretarse, la sentencia sería de más años y con prisión efectiva. El acusado llegó al juicio en libertad y por sus propios medios.