Con la historia de Córdoba encima, Ariel Heredia salió a recorrer el mundo y cumplir su sueño: trabajar en un circo. Y así lo hace actualmente, acompañado de su mujer Cristina y su hija Bianca. Las nacionalidades y ciudadanías se suman por montones en esta familia.
En Córdoba viven otros tres hijos que hoy lo ven por videollamada o por entrevistas que lo muestran en un programa de televisión por sus historia de vida y su talento circense.
“Cuando inició la pandemia nos dio un poco de miedo por cómo lo habían tomado acá, solamente se cerró el circo, los zoológicos, los cines, cosas muy puntuales pero la vida continuó normal”, cuenta Ariel pintando un cuadro de situación del lugar donde hoy transitan la cuarentena.
Ariel considera que la forma en la que las autoridades egipcias manejaron la pandemia fue correcta a la luz de los resultados: “Después de tres meses de una cuarentena que no fue estricta, el gobierno decidió volver a abrir lugares de entretenimientos con un 25 por ciento de capacidad y a los 10 días ya autorizaron al 100 por ciento de capacidad”.
Y así lo hacen en el circo donde trabajan con dos funciones diarias a sala llena, sin distanciamiento social y con un uso del barbijo selectivo: “El barbijo sólo se usa en lugares cerrados porque era contraproducente andar en la calle con un barbijo (…) es muy raro, pero Egipto tiene 130 millones de habitantes y sólo tiene 106 mil casos, algo hicieron bien”.
Pudiendo trabajar, Ariel entiende la tristeza de aquellos que por la cuarentena no pueden hacerlo: “Es muy triste la cantidad de empresas que se están fundiendo que no pueden trabajar (…) y vos ves a los amigos artistas que están vendiendo pochoclo en la calle y no está bueno”.
Una historia de amor al circo
“Mi historia se inicia en Córdoba, en barrio San Vicente y mi viejo desde muy chiquito me inculcaba el amor por el circo”, cuenta Ariel que tiene una historia de varias generaciones vinculadas a la vida del circo.
“Yo me escapaba de casa y me iba a trabajar al circo, de lo que fuera, vendiendo, haciendo lo que pudiera para poder”, cuenta Ariel y agrega: “A los 13 años me escapé de mi casa para irme con un circo, mi viejo me trajo de los pelos, tres veces me trajo de los pelos hasta que entendieron que era mi vida, mi vocación”.
Fue payaso, trabajó con animales y descubrió la magia. Se hizo autodidacta para poder construir los aparatos necesarios para montar un show. Trabajó en un crucero y finalmente decidió formar parte del circo que lo llevó hasta El Cairo.
Desde allí se despide de Arriba Córdoba con un saludo afectuoso para la parte de su familia que quedó en Córdoba, en Tucumán y en Catamarca. Y reitera el pedido de reapertura: “Por favor a los gobernantes dejen que abran los circos, es muy necesario que la gente vuelva a trabajar”
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