Apenas bajé del Pampa sentí la terrible sensación de no poder transmitir lo vivido y como periodista eso sería imperdonable. Fueron 50 minutos en el aire que durarán para siempre en mi.
El IA-63 Pampa III es el avión más representativo de Córdoba y el país. Está desarrollado y producido por la Fábrica Militar de Aviones Brigadier San Martín (Fadea).
El objetivo es el entrenamiento de avanzada para pilotos militares y la capacidad de hacer ataques ligeros de combate. En su nueva versión incorpora la posibilidad de hacer batallas virtuales a través de sus sistemas electrónicos.
Entre los adelantos tecnológicos que sumaron en los últimos años, se destaca la aviónica digital, simulación de radar, enlace de datos y el motor bajo consumo. El Pampa ya tiene 30 años de servicio.
“Lo vamos a seguir modernizando, hoy el piloto puede entrenar como si estuviera en una avión de cuarta generación”, remarca Mirta Iriondo, presidenta de Fadea.
Para subir al Pampa recibí instrucción y capacitación. Sebastián José “Pulqui” Ardiles es piloto instructor del Centro de Ensayos en vuelo y es quien me preparó para el momento crucial.
La clase preparatoria intimida, ya que casi todas las indicaciones tienen que ver con una posible falla en el vuelo. Desde cómo atarse los cinturones, qué botones tener en cuenta, cómo eyectarse en caso de emergencia. “Pulqui” me dice que no cree que debamos eyectarnos, pero hay que saber hacerlo.
Comenta que un piloto “debe estar muy concentrado en las múltiples tareas que debe hacer, porque no es salir a pasear, así que hay un plan de adiestramiento complejo que cumplir”.
+ VIDEO: Un viaje por Córdoba en el avión Pampa III
Velocidad y alcance
El avión puede desarrollar velocidades en un rango muy amplio entre los 220 km/h y los 880 km/h. Eso le permite hacer seguimientos a aviones pequeños sin caerse y en todo caso hacer alcance a los más veloces. Por ello una de sus principales virtudes es la versatilidad.
Quienes trabajan en Fadea son mano de obra especializada. Desde el que ajusta un tornillo al que sujeta los torpedos de ataque. Todo es debidamente controlado y revisado. En la medida que evolucionó el avión, los estándares de construcción también se elevaron.
Federico Bima Kronemann, gerente de operaciones, destaca los componentes nacionales en su construcción: “Más de la mitad del Pampa está hecho en Argentina, desde la ingeniería, la fabricación del fuselaje y varios equipos del avión que logramos nacionalizar la producción”. Y agrega: “Actualmente estamos haciendo seis aviones nuevos y tres que se están modernizando”
Iriondo valora el derrame tecnológico que hace la fábrica. Muchos de los componentes nuevos deben ser desarrollados por las pymes tecnológicas nacionales, al haber quedado obsoletos las versiones anteriores de los componentes originales. “Hoy estamos traccionando a las pymes a desarrollarse como proveedores”, acota.
A pesar de presentarse como una solución aeronáutica confiable altamente competitiva y de bajo costo, aún no logró el éxito comercial que se esperaba. Aunque ahora se plantea desde la Fuerza Aérea que hay cierto interés de países de la región por sus prestaciones para la lucha contra la droga y el contrabando.
Bima Kronemann destaca “es un avión que puede volar tanto a muy baja como a muy alta velocidad, con lo que puede interceptar a una aeronave que vuela a 110 nudos, sin caerse”.
El costo del avión es de entre 13 y 15 millones de dólares según la configuración que elija el cliente. Su operación puede tener un costo de entre los 2.500 y 3.000 dólares la hora de vuelo. Comparado con otros aviones de similares prestaciones es considerado económico.
+ GALERÍA DE FOTOS: Sobrevolar Córdoba en el avión Pampa
La misión de El Doce
La idea fue registrar la ciudad desde el Pampa. Para ello, dispusimos de seis cámaras. Entre ellas, una con capacidad de visión en 360 grados. El Pampa usualmente no surca los aires capitalinos, pero esta vez logramos los permisos para un registro fílmico inédito, que estará disponible en nuestro canal de YouTube.
El despegue es suave y tranquilo, muy similar a otros aviones comerciales pequeños, aunque sube muy rápido.
El primer punto del recorrido es el Kempes. Lo hacemos a 280 km/h y a 300 metros de altura.
Con los mismos parámetros sobrevolamos toda la ciudad. Pasamos por El Doce, las canchas de Belgrano, Instituto y Talleres.
Hacemos el trazado por sobre el río Suquía, el Parque Sarmiento, el Centro Cívico y pudimos ver como se levanta la ciudad en edificios en la zona de Nueva Córdoba.
Los cambios de dirección y sentido impresionan.
Nuestro próximo destino aéreo es Carlos Paz. La velocidad aumenta a 470 km/h y la altura sigue en los 300 metros. El lago San Roque parece más chiquito de lo habitual.
Después el avión acelera y sobrepasa los 500 km/h para llegar a Embalse en cuestión de minutos. Y en esta zona empieza la acción.
“Pulqui” expone su destreza y el Pampa responde.
La primera maniobra acrobática que hacemos es la Immelman. El avión sube rápidamente, luego quedamos cabeza abajo y segundos después vuelve a estabilizarlo.
La siguiente es un poco más brava. Es un rizo seguido de una trepada en la vertical con dos toneles de ascenso. Todo da vuelta mientras el potente motor brama.
Luego, la nave sube hasta los 3.200 metros sobre el lago Los Molinos a casi 800 km/h y una maniobra impecable logra la estabilización plena del Pampa.
Después vuelve la calma. Ya pasaron 45 minutos y “Pulqui” me dice que es tiempo de volver.
Que no se termine nunca, pero que se termine ya. La contradictoria sensación me acompaña hasta que Freddy me abre la cabina y me pregunta cómo estaba. No sabía qué palabra usar para decir lo que sentía.
Los 50 minutos más intensos de mi vida acababan de terminar y se venía el desafío de contarlos.