En enero de 2020 una pelea en la puerta de un boliche de Villa Gesell terminó con el fallecimiento de uno de los implicados. Se trata de Fernando Báez Sosa, quien entonces tenía 18 años.
Ocho jóvenes, casi todos compañeros en un club de rugby, fueron acusados de haber cometido el asesinato. Tras un largo juicio, en febrero de 2023 fueron condenados en primera instancia: cinco de ellos a cadena perpetua y el resto a 15 años de cárcel.
Este martes a las 11 comienza una nueva audiencia en la que se revisarán las apelaciones de ambas partes. Lo más importante de esta sesión es que de ella depende el futuro de los detenidos.
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El planteo de la defensa encabezada por Fernando Burlando y Fabián Améndola es que todos los condenados deben recibir cadena perpetua. Reiterarán ese pedido a la fiscalía.
Hugo Tomei, abogado de los rugbiers, solicitará que todos seas absueltos con el argumento de que se trató de un homicidio en riña.
Posibles traslados
Cuando el Tribunal de Casación resuelva si ratifica o modifica las condenas se sabrá cómo sigue la historia. “Se habla de que un grupo sea derivado a la Unidad Penitenciaria N°30 de General Alvear y otro a la Unidad Penal N°2 de Sierra Chica”, indicaron fuentes judiciales a TN.
Hasta ahora los ocho están aislados en un pabellón del penal de Melchor Romero, porque al ser los presos más mediáticos de Argentina es muy probable que otros internos los lastimen. De hecho estos jóvenes han recibido amenazas de esa índole.
Por esa razón es difícil que separen al grupo, y más aún que los ubiquen en pabellones copartidos con otros presos. Según el mismo medio los directorios de las cárceles saben que este peligro es real, lo cual viene siendo una garantía para los rugbiers.