La historia de Nicolai "Mono" Musso y los mellizos Tomás y Tobías Gallea tiene su génesis en una góndola de un supermercado cordobés. Sí, sus padres se cruzan allí y empiezan a intercambiar experiencias en común por tener hijos con la misma condición. Y luego fiestas, colegio, viajes, cenas, aventuras convierten esa primera empatía en complicidad de amigos verdaderos.
Tomás y Tobías Gallea son mellizos y nacieron prematuros a los seis meses. Ivana ivancich, su mamá, es un tractor 4x4 de amor. A los 20 días del parto recibió el diagnóstico de parálisis cerebral y en ese entonces (hace 21 años), la rehabilitación era muy precaria. Sin embargo se las ingenió, formó una asociación y logró que sus hijos puedan hacer zooterapia, hidroterapia, fonoaudiología y muchísimas cosas más.
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A los 3 años partieron a Italia junto a Martin, el papá de los chicos, buscando nuevos horizontes y calidad de vida. Fue una experiencia maravillosa, aunque la tierra tiró fuerte y luego de diez años regresaron a Córdoba.
La historia de Mono comienza con un embarazo múltiple. Raquel Musso, su mamá, conoce a Gabriel Nicolai (vecino devenido en amor) y parten a vivir a Curitiba, Brasil. Ella queda embarazada y ¡sorpresa! Eran trillizos. A los seis meses nace Mono con 800 gramos, Giuliano con 850 gramos (quien lamentablemente falleció por sufrimiento fetal) y Lali con 900 gramos.
Al año regresaron en familia a vivir a Córdoba y les dan el diagnóstico de parálisis cerebral. "Fue un baldazo de agua fría", cuenta Raquel. Pero también una inyección de esa pulsión que mueve el amor para arrancar con cuánta terapia fuera necesaria para ayudar en su desarrollo motriz y emocional.
Mono creció en los hombros de un papá enérgico, presente y tan compañero que lo llevaba a pescar truchas al medio de la montaña, a andar en moto y a vivir todas las aventuras necesarias para ser un adolescente lleno de vida y amor.
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Tomás, Tobías y Mono se conocieron en la escuela Martinez de Allio (para niños con problemas motores), recomendada por el doctor Sergio Martínez. Y es allí donde empieza esta bonita amistad, con códigos en común y la fortuna de hacerlos sentir “grupo de pertenencia”.
Tomás es carismático, sensible, fanático de policiales y Ricky Martín. Tobías es observador, hincha de la Juventus, de Belgrano y fanático de Dybala. Por su lado, Mono es un apasionado de la radio, trabaja en Radio Creser y en Fundación Rodamundos, le gusta el cuarteto y admira los relatos de Matías Barzola.
"Por más difícil que fue, le agradezco tanto a la vida, porque aprendimos a ver las cosas desde otro punto de vista", dice Raquel, con un orgullo que pone la piel de gallina.
"Me han llenado la vida de vida, me hicieron ganarle al tiempo, disfrutar cada momento y valorar las pequeñas cosas", refuerza Ivana, y agrega: "Y me deja pensando que no existen los 'por qué a mì' sino los 'para qué a mí' y encontrarle el sentido".