“¿Y? ¿Trajeron quirquincho?”. Con esta pregunta un grupo de niños wichis recibieron a los enviados especiales de El Doce en Salta, cuando estos volvían del monte. Para las comunidades de La Emboscada y El Carboncito el bosque es la fuente de sus sustentos.
“Acá la carne es muy cara, no nos alcanza para todos. Por eso compramos cartuchos, balas, vamos a cazar y nos dura más”, comentó uno de los pobladores. Y agrega que siempre reparten las presas entre las 20 familias que componen al pueblo.
Entre los animales que más comen están los jabalíes y quirquinchos. Pero las persecuciones no son planeadas y el monte y el azar terminan determinado a qué se enfrentan.
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“La otra vez se nos cruzó un puma. Yo pensé que era una corzuela hasta que le ví la cola. Cuando me acerqué se disparó pero le tiré de prepo”, contó el wichi.
Un recurso cada vez más escaso
Rodrigo Montani, investigador del Conicet especializado en los wichis, explicó la estrecha relación que existe entre estas comunidades y el bosque. “Tradicionalmente viven de él. Su economía, su sociedad e incluso su religión dependen del bosque y la multiplicidad de seres que lo componen”, detalló.
En esa línea, se refirió al drama que significa para estas personas el avance de la deforestación del Impenetrable, que abarca el sur de Bolivia y norte de Argentina. “Quitarles el monte implica que se les quite su lugar, se tienen que mudar, está pasando en todo el Gran Chaco”, indicó.
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La naturaleza también le da a los wichis el chaguar, una planta que a través de técnicas milenarias usan para hacer hilo y con ellos tejen ropa y otros productos. Sin embargo, hacer estas artesanías requiere de mucho tiempo y trabajo, que nunca llegan a compensar por el bajo precio al que las venden.
“Además hoy hay quienes son peones rurales o reciben ayudas del Estado, aunque son pocas”, sumó el Montani, dando a entender que las comunidades se las rebuscan para generar nuevas formas de mantener a sus familias.
Un ejemplo de esto último es lo que ocurre en El Carboncito, donde muchos hoy se dedican a fabricar carbón. Sin embargo, no tienen autorización para comercializar estos productos, por lo que los terminan vendiendo de forma clandestina y a muy bajo precio.