¿Vos en el campo? ¿Qué vas a hacer en el campo? Esas fueron las primeras preguntas que recibió Viviana Varela de Cittadini cuando pasó de vivir de Villa Urquiza, en Capital Federal, a un campo ubicado a 8 kms de Oncativo en la provincia de Córdoba, previo paso por Córdoba. Pero allí, encontró una forma de vida basada en la familia, en la dedicación, en el esfuerzo y en el trabajo que la marcaron para el resto de sus días.
“En la esquina de mi casa tenía la parada del colectivo, levantaba la mano y me tomaba un taxi. Aquí no encontré nada de eso. Ni teléfono tenía en 1991 para poder hablar con mi familia, sin embargo, encontré un amor incondicional a la cultura del trabajo. Hay un amor por la tierra y por la tradición que se hereda de generación en generación. Si hoy me preguntas cuál es mi lugar en el mundo te digo que es el campo, no tengo otro”
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Viviana tiene la visión de los “dos mundos” y es palabra autorizada para contar acerca de la mirada de la ciudad sobre el campo. “La gente en la ciudad no es consciente de lo que implica tener la comida en el supermercado. No es consiente porque no lo ve y no se termina de valorar lo que no se ve. Yo en Buenos Aires, no pensaba en el proceso de crianza alimentación y engorde que conlleva un pollo que sacaba de la góndola del súper. Hay que estar para entender y comprender”
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Ser una familia agropecuaria es una elección y una manera de vivir. Para trabajar en el campo hay que tener conocimiento, formación, espíritu y eso muchas veces no se conoce generando conceptos erróneos desde lejos. “La gente que cree que los gringos son todos ricos porque andan en 4x4 están muy equivocados. Sin una camioneta en época de lluvia por el campo no se puede andar. ¿Sabes la cantidad de veces que me quedé empantanada con mi auto junto a mis hijas? Eso es algo difícil de explicar si no se vivencia”.
“Hay que entender el trabajo de todos. No hay ciudad sin campo ni campo sin ciudad. Hasta el más mínimo tornillo de un tractor proviene de la producción de la ciudad y hay que crecer en conjunto”.
La conclusión es clara. Hay mucho para hacer y para progresar en el ámbito rural. El camino no tiene que ser la erradicación hacia las ciudades. El progreso viene con un trabajo en conjunto más allá de las diferencias culturales. Al final es como dice Viviana: “Que la gente de la ciudad venga al campo, no se van a arrepentir”.