A tres años de la pandemia, Argentina lamentó la muerte de casi 130 mil personas. Fueron más de 9 millones los contagiados, muchos de ellos aún sufren secuelas. El coronavirus marcó un antes y un después en la vida de todos.
“Ya llevo un año y medio peleando contra esta enfermedad”, expresó Sebastián Cambra, quien estuvo internado 110 días en el 2021. “A todos nos dejó algo y nos sacó algo”, reflexionó Matías Salemme, quien sufrió la pérdida de su mamá y papá en apenas semanas en el 2020.
Las historias de cordobeses atravesados por la enfermedad siguen vigentes en la provincia. Noticiero Doce, a través de un informe especial, reflejó el drama de la otra cara del Covid-19.
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El coronavirus y la muerte
En octubre del 2020, Matías Salemme perdió a su mamá Adriana (62) y su papá Gustavo (67). Ambos eran médicos, no tenían enfermedades previas y fallecieron a causa del Covid en apenas semanas.
El empresario gastronómico aseguró que fue como “un arrebato en un período de 20 días”. “Mis viejos eran médicos de esos que viven la profesión, dieron la vida por su profesión, amaban eso”, recordó.
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Remarcó que tanto Adriana como Gustavo fueron increíbles en su rol de mamá y papá y cada vez que se acuerda de ellos lo hace con una sonrisa.
Para Salemme, el coronavirus le dejó “esa enseñanza de lo corta y efímera que puede ser la vida”.
Padecer las secuelas
Sebastián Cambra estuvo casi seis meses en terapia intensiva durante el 2021 a causa del coronavirus. Su salud se complicó debido a una neumonía pulmonar.
Pero la lucha no terminó. Lleva un año y medio peleando contra la enfermedad y sigue conectado a tubos de oxígeno: “Coronavirus es una palabra muy fuerte para mí. Estuve muy mal, pasé por muchas cosas”.
Contó que cuando le diagnosticaron Covid, llegó a su casa y se puso a pintar porque “no tenía nada qué hacer”. “Me sentía perfecto y al quinto día me sentí mal en un minuto. Ahí empezó la odisea”, relató Cambra.
Es farmacéutico y aunque estaba en el orden de prioridades, la vacuna le llegó un mes después de estar en terapia intensiva: “Ya era tarde”.
El hombre bajó 30 kilos, perdió toda la fuerza y debió realizar rehabilitación para aprender a caminar otra vez. Asegura que la primera vez que salió y pudo sentir el rayo de sol, la emoción invadió su cuerpo.