Como se conoce, los protocolos para tratar personas infectadas con coronavirus y para enterrar o cremar los cuerpos de las víctimas fatales son muy estrictos. Evitar más casos es la intención, aunque el dolor que generan las necesarias medidas es inevitable.
En primera persona lo vivió Marcelo, hijo de una de las fallecidas tras infectarse en el geriátrico de Saldán. La mujer, de 84 años, estuvo internada una semana en el Hospital de Clínicas y terminó muriendo.
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"El tema fueron las internaciones con tanto aislamiento, mi madre fue una de las que más lo sufrió. Era súper dependiente de la enfermera y las personas que la acompañaban permanentemente, y de golpe la acostaron en su habitación y el domingo la levantaron dos personas vestidas todas camufladas, la pusieron en una ambulancia y la llevaron al hospital", relató en diálogo con el programa Pura Verdad de radio Plx Pulxo FM.
Mi mamá creo que se dejó morir porque nunca más vio una cara o una voz conocida.
"En estos casos, el tema del aislamiento es terrible. Mi mamá creo que se dejó morir porque nunca más vio una cara o una voz conocida. Ni nada que se le pareciera a un estado de confort en el que había estado hasta días antes. Nosotros respetamos a rajatable el aislamiento. Dejó de comer, de tomar agua", lamentó el hijo.
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Dolor multiplicado
Más difícil aún fue despedir a su madre sin velorio y en un entierro bajo estricto protocolo. "La única bronca que da es la tristeza de no haberla podido acompañar ni en su última semana de vida. Ni darle la mano. Es terrible", añadió Marcelo.
"Que no tenga un velorio decente... En el entierro no nos dejaban entrar al cementerio adonde fue. Al cajón lo bajaron cinco chicos vestidos de marcianos y yo solo atrás, me hicieron quedar a tres o cuatro metros", describió.
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En el momento exacto el entierro, el hijo apenas contó con dos minutos para rezar: "La bajaron a la fosa, me quedé dos minutos rezando y me dijeron 'córrase porque tenemos que tapar'. Son muertos de guerra. Después de haberla acompañado 10 años con su ACV, en la última semana no pude despedirla como corresponde".
Geriátrico
Marcelo aclaró que no denunciará la actuación del geriátrico de Saldán, adonde se generó el brote que le costó la vida a varios adultos mayores: "Iba todos los días. Vivo cerca, me parecía un geriátrico sincero, de puertas abiertas. Puede haber falencias, pero no abandono de persona".