Era 20 de enero de 2019. Franco Aráoz tenía 13 años cuando fue asesinado a mazazos en la cabeza y puntazos. El brutal crimen ocurrió en la localidad de Río Segundo, a 37 kilómetros de Córdoba Capital.
Su amigo de 16 años lo mató para robarle la bicicleta. Lo fue a buscar para ir a dar una vuelta juntos y fue en ese momento que lo mató. La familia de la víctima había denunciado su desaparición: un día después lo encontraron muerto en un campo a la vera de la ruta 9.
El adolescente quedó detenido en el Complejo Esperanza, el centro socioeducativo para jóvenes menores de 18 años en conflicto con la ley penal. Quedó imputado por homicidio calificado por alevosía y por robo.
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Dos años después, se llevó adelante el juicio en Tribunales de Río Segundo y la jueza Juvenil de Séptima Nominación, Nora Giraudo, dispuso cambiar la acusación a homicidio simple y hurto calamitoso.
Además, resolvió que el joven, que ahora tiene 18 años, cumpla un tratamiento tutelar por el término de un año, aunque el tiempo podría extenderse, según indicó La Voz tras acceder al fallo. "Y no está excluido ningún tipo de delito, aunque sean graves. Lo que atiende este régimen es la inmadurez del joven”, explicó la magistrada.
El principal acusado podría ser condenado luego de cumplir los 21 años, pero en grado de tentativa, ya que, según establece el sistema penal, está prohibido que una persona que haya delinquido cuando es menor de edad reciba prisión perpetua. Pero también podría ser absuelto.
Sobre esa línea, el padre de Franco sostuvo que el asesino debe ser condenado a la máxima pena: “Mi hijo salió con una bermuda y una remerita. Se iba a la pileta y no volvió”.