De un día para el otro, salir a la calle pasó a ser un lujo de pocos. La distancia cantó victoria y empezamos a tener miedo a los besos y los abrazos.
Las familias y los amigos pasaron a la virtualidad, para no decir clandestinidad. Y así pasamos seis meses, entre protocolos y barbijos, entre libertades y restricciones, entre aprendizajes y reinvenciones, entre grietas y encuentros.
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Mientras, seguimos esperando un pinchazo mágico que nos regrese a la normalidad.
¿Qué era eso?
Sí, habremos perdido algunas cosas, pero también ganamos muchas otras. Nos adaptamos a un cambio enorme y sostuvimos ese mundo que creíamos que se nos venía abajo. Esa ya es una victoria tan gigante que por ahí nos cuesta verla.
Felicitaciones. Y bienvenidos al segundo semestre.