A sus 84 años, Yolanda Roldán aprovecha la gran sensibilidad de sus manos y su agudizado sentido del oído. Escucha las instrucciones de un guía y, teniendo en cuenta la dirección de su voz y la distancia indicada, lanza la bocha con una precisión envidiable.
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Un día antes, su cumpleaños había tenido un arranque para el olvido: llegó a la casilla donde tiene su kiosco, en Sarmiento al 400, y notó que le habían roto las puertas y robado todo. Se llevaron una gran cantidad de mercadería y, lo más importante, las garrafas que usa para calentar el agua y poder vender café.
Pero eso no la desalentó. No lo había hecho la ceguera que le cambió la vida a los 10 años. Tampoco la muerte de su hija, que la obligó a convertirse en mamá de sus dos nietos hace ya varios años.
Ese día, tras el robo, trabajó como todos los días desde las 5.45 de la mañana. Y sus clientes más fieles le llevaron termos de agua caliente a cada instante para que pueda seguir vendiendo café. Los más longevos la conocen desde hace 49 años.
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Este viernes iba a viajar a disputar un torneo en Concordia, pero el hecho de inseguridad se lo impidió. Fiel a su historia, miró para adelante. Y volvió a despuntar el vicio. Yolanda fue tres veces campeona nacional de bochas y demostró su habilidad en el club Atalaya. Una campeona de la vida.
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