Tres policías (dos hombres y una mujer) adscriptos a la comisaría del distrito de Santa Rosa de Calamuchita quedaron detenidos por supuestos coautores del delito de vejaciones calificadas, según informó la fiscal de Instrucción de Río Tercero, Paula Bruera. Fueron trasladados a la cárcel de Bouwer y se encuentran en situación pasiva por orden del Tribunal de Conducta Policial.
La fiscal Bruera investiga a los funcionarios policiales luego de una denuncia que realizó la madre de uno de los dos adolescentes involucrados en un hecho que tuvo lugar el sábado por la noche en la localidad, ubicada a 96 kilómetros de la ciudad de Córdoba.
Según detalló la mamá de uno de los adolescentes de 15 años, todo comenzó a las 04:00 de la madrugada del sábado. Su hijo y el amigo estaban sentados en una esquina charlando cuando se presentaron dos móviles. En ese momento, un efectivo golpeó al otro chico y les pidió a ambos que se vayan. La primera víctima se fue a su casa, pero su hijo a un pub.
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Horas más tarde, salió de ese local bailable y se dirigió a una lomitería. Allí fue sorprendido por policías, quienes, siempre tomando la declaración de la mamá, lo sacaron de los pelos y lo trasladaron a la comisaría. La mujer asegura que recibió un mensaje de su hijo, pero fue descubierto al momento en que lo envió. La situación se tornó aún más violenta.
“Se lo llevan al río, lo esposan y lo tiran al piso. Le pegan patadas y uno de ellos le sumerge la cabeza en el agua. Le empieza a decir ‘a ver pendejo, ¿estás respirando?’”, detalló en diálogo con Telenoche Córdoba. Otro patrullero se hizo presente y uno de los oficiales le dijo: “'Vamos a hablar pibe, porque yo soy el más tranquilo de todos'. Le mete una traba en la pierna, lo tira contra una piedra y le empieza a pegar”, agregó.
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El drama continuó cuando el policía que intentó ahogarlo reiteradas veces sacó su arma reglamentaria y gatilló dos veces. “Uh, que lástima que no salió la bala”, le habría dicho. El adolescente estaba totalmente en shock, con varias heridas en su cuerpo. Antes de irse, le “advirtieron que no dijera nada porque la iba a pasar peor”.