En Educación las clases se preparan, los docentes planifican, las estrategias se diseñan y siempre se cuenta con el tiempo como aliado para recorrer la currícula escolar y también los pasillos de las escuelas. Lugares que se llenan de sonrisas, de ojitos soñadores, de preguntas curiosas y muchos abrazos. ¿Quién no se acuerda de su seño favorita que nos acomodaba el guardapolvo o el uniforme y nos regalaba una caricia? ¿Quién no tiene un recuerdo que nos roba una sonrisa de nuestro paso por la primaria?
Cuando el 2 de marzo comenzaron las clases en toda la provincia de Córdoba, nadie imaginó que dos semanas después las aulas estarían vacías, las docentes en sus casas y los chicos con el guardapolvo colgado. El mismo que el próximo año, sin uso, quedará chico.
En un fin de semana las docentes se hicieron youtubers, tiktokers y especialistas en el manejo de los grupos de WhatsApp y plataformas como Zoom o Meet.
Sonia Falco es una de las tantas docentes que trabajó de más, que se formó y aprendió, que le dedicó el tiempo de su familia al trabajo. En su nombre y a través de esta serie de entrevistas a trabajadores definidos como esenciales en el primer decreto que dispuso el Aislamiento social, preventivo y obligatorio, rendimos nuestro homenaje y agradecemos por haberse puesto al hombro el 2020.
La docencia como vocación
Desde hace 18 años la llaman “Seño Sonia” aunque sus primeros pasos fueron como maestra jardinera. La vocación fue una construcción heredada: “Mi mamá siempre decía que a ella le hubiera encantado ser maestra”.
En su relato hay un dato que pone en evidencia la relación que tiene con la docencia. Su paso por la escuela primaria fue difícil y por eso se negaba a ser maestra de grado. Pero el destino se encargó de guiarla hasta sus primeras suplencias en grados altos: “Empecé a descubrir que más allá de que era un deseo de mi mamá pasó a ser una pasión”.
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Su objetivo es tan claro como noble: “Toda aquella experiencia en mi escuela primaria era bueno porque podía hacer cambios, podía hacer que muchos niños no pasaran por estas angustias con las que yo había vivido en muchos momentos (...) y fue así que me fui enamorando y mi lugar en el mundo es el grado”.
La cuarentena vino a transformar precisamente su lugar en el mundo: “Lo más duro para una maestra es no estar en el aula”.
Sonia califica como un día “durísimo” cuando llegó a la escuela y a ella como a todos los demás docentes les dijeron que debían volver a sus casas.
A partir de ese momento tuvo que encontrar y aprender a usar todas las herramientas que podían conectarla con sus “pichoncitos”. Así llama Sonia a cada uno de sus alumnos.
Los horarios fijos desaparecieron y la familia comprendió que ahora las clases virtuales demandaban más esfuerzo y tiempo. Sonia es mamá de cuatro hijos y abuela de cuatro nietos que a veces también cuidaba a la misma hora que debía enseñar.
“La abuela no está como antes y ese es un dolor que uno lleva y tenía razón pero tenía un montón de niños que estaban esperando que la Seño estuviera con ellos y es complicadísimo”, así relata la Seño Sonia todo lo que pasó hacia adentro de la familia que entendió, acompañó y sostuvo en cada momento.
Es por eso que Sonia repite la palabra gracias para sus hijos, sus nietos y para su marido, un sostén fundamental en esta historia: “Es un santo y me ha tenido una paciencia increíble con mi postura sobre el tiempo dedicado a mis alumnos y escuela, me ayudó muchísimo con sus tiempos también”.
Sonia es optimista sobre la posibilidad de recuperar todo lo que la cuarentena nos obligó a dejar en el camino: “Los primeros días creo que lo más rico va a estar en los recreos o en el inicio antes de ingresar al aula”.
Lo que aprendí del 2020
“El desarrollo de la empatía, ponerse en el lugar del otro, era un pimpollo y ha abierto sus pétalos, es impresionante cómo la empatía, solidaridad que en la escuela se promulga mucho pero ahora se ha visto en la sociedad en general”.
Lo que deseo para el 2021
“Que desaparezca el Covid, que deje a nuestros abuelos tranquilos, que podamos volver a abrazarnos, se necesita un abrazo (...) y que todo se pasa si nos acompañamos y que de las cuestiones más crueles uno debe sacar un aprendizaje porque eso nos va ayudar a salir adelante”.