Las terapias intensivas son los espacios que dividen la vida de la muerte. Lugares críticos donde toda la formación, el conocimiento, la energía y la calidez de una persona se enfoca en salvarle la vida a otro.
Como nunca antes, la pandemia nos familiarizó con ese espacio que nadie quiere conocer tan de cerca: la cantidad de camas, de respiradores, de ocupación y de recursos físicos pasaron a formar parte de los informes diarios y su estado marcaba en gran medida cómo iba la lucha contra el Covid-19. En la ecuación hubo un dato que nos llevó tiempo entender que era el más importante de todos: el recurso humano.
El doctor Julio Bártoli es el Jefe de terapia intensiva de la Clínica Reina Fabiola. Se formó en Argentina y en España. Lleva 25 años de médico, siempre trabajando como intensivista y su familia se compone por su mujer y su hijo que hoy vive en Bélgica.
En su nombre y a través de este serie de entrevistas a trabajadores definidos como esenciales en el primer decreto que dispuso el aislamiento social, preventivo y obligatorio, rendimos nuestro homenaje y les agradecemos por haberse puesto al hombro el 2020.
Humanizar las terapias
Desde que tiene memoria, sabía que su destino era la medicina. “Te diría que ya conociendo a mi pediatra yo sabía o intuía que eso era lo que iba a querer ser”, relata Julio recordando que primero fueron las necesidades institucionales las que lo acercaron a las terapias intensivas pero que con el tiempo se transformó en su vocación.
“Pocas especialidades pueden tener tanto impacto en la vida de personas jóvenes y de volverlas a una vida normal”, afirma el doctor con la serenidad y la seguridad de un médico acostumbrado a trabajar con situaciones de crisis permanente.
Sin embargo, también a él la pandemia del coronavirus lo sorprendió: “Creo que era impensado, aunque nos lo hubieran contado (...) decíamos no nos va a pasar así, no puede ser que nos pase así, que nos atropelle y nos humille como humanos en tanto sentidos y de tantas formas como ha sido y como puede seguir siendo.”
Las muertes en soledad
Desde hace muchos años, el doctor Julio Bártoli trabaja para humanizar las terapias intensivas y esta pandemia volvió a poner de manifiesto esa necesidad: “Hay que abrirla, permitir que los pacientes estén acompañados, ese es otro aprendizaje”, dice con la certeza de que la contención afectiva y los vínculos ayudan a sostener a una persona.
“En este momento, desde hace un par de semanas que ya no estamos al borde de la saturación, sino que tenemos un poco más de aire pero tenemos que ser conscientes de que esta es una etapa para reponerse y prepararse porque podemos tener otro pico después de las fiestas y cuando vuelva el frío, vuelve otra vez el virus como ha sido en Europa, no hay manera de que nos pase diferente."
La diferencia entre cantidad y calidad
“Hay que distinguir entre preparación genuina, formación de recurso humano, calificado, preparado y dispuesto, rodeado de la tecnología adecuada y que hace falta para salvar a alguien de lo que significa aumentar el número de camas”, explica Julio Bártoli y agrega: “Las camas se aumentaron mucho, la tecnología se acopió de alguna manera pero el recurso humano no se aumentó”.
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Esta diferencia explica el alto grado de agotamiento del personal que siguió siendo el mismo durante toda la pandemia. “En la Argentina murieron 230 médicos de Covid, son nuestros héroes anónimos”, cuenta con profunda tristeza el doctor Bártoli y agrega: “Esos no se reponen”. La pérdida representa además, el dolor de cada una de esas familias.
“Yo creo que todos de alguna manera estamos marcados, estamos exhaustos y estamos pidiendo rescate”, asegura Julio y recuerda un concepto que debería guiar los pasos de aquí hacia adelante para la formación de equipos de trabajo en salud: “¿Quién cuida a quien cuida?”.
+ VIDEO: La entrevista completa con el doctor Julio Bártoli:
Lo que aprendí del 2020
“Permitir que prevalezcan los valores humanos por encima de los demás y tener a la dignidad humana como eje central, como metavalor a proteger y dejar que todo lo demás gire a su alrededor pero nunca transgredirla, ese es el mayor aprendizaje. El segundo es que ya somos grandes, nos tenemos que cuidar y nos tenemos que cuidar nosotros y si no nos cuidamos es culpa nuestra y nos tenemos que hacer cargo”.
Lo que deseo para el 2021
“Obviamente que la pandemia termine, la otra es que hayamos aprendido, el gran deseo y la tercera es que estemos sanos, lo demás vendrá”.