Desde el miércoles pasado, cuando Juan Viroche fue encontrado ahorcado tras denunciar a bandas narcos y al poder político de Tucumán, su perro lo espera en la puerta de la Iglesia.
Duerme en una cucha improvisada y, cada tanto, abre sus ojos tristes, aún con la esperanza de que su amo regrese. Mientras tanto, los vecinos de La Florida que conocían al párroco y a su mascota color beige, “el mimado del cura”, marchan para pedir por el esclarecimiento de la muerte.
Los gritos lo alertan, pero vuelve a su posición cuando observa que Viroche no aparece. “Nosotros no sabemos el nombre. El cura solo chiflaba y él venía junto a otro perro que quedó dentro del predio de la Iglesia”, relataron los vecinos.
Lleva seis días frente de la parroquia, que permanece cerrada. “A veces se levanta, da vueltas por la zona, merodea la Iglesia”, afirman.