Llegamos a Villa de Soto por la Ruta Nacional 38, tomamos la Ruta Provincial 15 hacia Villa Dolores y a los pocos kilómetros nos encontramos con “Tres Arboles”, un paraje del norte cordobés repleto de monte autóctono y algarrobales.
Nos metimos en un sendero de tierra seca en medio de los espinillos hasta llegar al primer portón donde Irma nos esperaba ansiosa junto a sus tres perros. Nos hizo pasar a su casa, un casco antiguo construido en 1930 de techo de chapa, pisos de madera, y una galería donde reinaba el telar. La cocina a leña ya calentaba el agua para invitarnos con un mate cocido con pan casero, y allí, junto a los corrales donde cría los animales, nos abrió las puertas de su vida.
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Irma vivió 50 años en La Falda, tuvo varios trabajos, hasta que un día, decidió hacer un cambio importante en su vida por un impulso dictado por el corazón; Instalarse en el campo para vivir en medio de la naturaleza, una actividad que le llena el alma y que no cambiaría por nada. “Amo cada cosa aquí, el sol de la mañana, la luna grande en la noche, la brisa fresca que te acaricia cuando hace calor, hay tanto para agradecer”, comenta con lágrimas en los ojos mientras mira hacia el cielo.
+ VIDEO: la historia de Irma:
Con 63 años tiene una vitalidad envidiable; pega un salto y llega hasta la cima del bebedero de los caballos para asegurarse que haya suficiente agua para ellos, mientras abre y cierra cada puerta del corral para evitar que se escapen. Sus días comienzan a las 6 de la mañana, cocina su pan en el horno a leña, ordeña la vaca para tomar leche, utiliza sus propios animales para comer, las verduras las saca de su propia huerta, el café se lo tuesta a partir de las chauchas de los algarrobales y hasta los colores para teñir la lana de oveja que utiliza para realizar tejidos, lo saca de raíces y frutos del lugar. Todo lo toma de la naturaleza: “Cada cosa que necesitas para tu consumo, te lo tenés que procurar. Encontré en el entorno el sustento de mi existencia”.
A ella nada la detiene: “No hay que tenerle miedo a la vida de campo, no es triste, sobre todo cuando uno hace lo que ama. Si hay alguna mujer que sienta en su interior la necesidad de asomarse a la vida de campo que lo haga”.
Irma convive junto a sus animales en medio de una de las mayores sequías de los últimos años y con los incendios que asechan en cada rincón de la provincia. Junto a su familia tuvo que ser evacuada por los incendios hace algunos días, pero por suerte, el fuego no llegó a su hogar: “Por los incendios se ven animales que nunca había visto antes por esta zona. Se nota que han perdido su hábitat y están buscando lugares nuevos donde establecerse”.
Las restricciones debido a la pandemia obligaron a Irma pasar, por primera vez, el Día de la Madre sola. Sus 4 hijas, su marido y sus 5 nietos están en La Falda y no tuvieron la chance de poder viajar para visitarla y eso, por supuesto, le generó mucha angustia. “La verdad que nunca estuve sin mis hijos, pero estoy tratando de entender que si tengo que pasar el día de la madre sola es por mi bien y por el de ellos también. No habrá mesas grandes, ni besos ni abrazos, pero este año estarán contenidos hasta que no volvamos a ver", admite la mujer.
No hay dudas que su festejo no fue el ideal, pero está claro que “La madre Naturaleza”, encontrará en su lugar en el mundo, las cosas que la hagan feliz hasta reencontrarse con los suyos.