No hay palabras para describir el horror que vivió Camila Borda, una nena de 11 años, de Junín. A las 16 de este domingo, tomó su bicicleta para ir a comprar pan en el barrio Ricardo Rojas. Sin embargo, nunca más regresó y el hallazgo fue macabro.
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Su mamá comenzó a desesperarse porque pasaban los minutos y no volvía. Inmediatamente fue a la comisaría a hacer la denuncia. Los policías salieron a buscarla y, entre los testimonios recolectados por los vecinos, uno fue el más alarmante: le dijeron que vieron la bici en la casa de Carlos Varela, ubicada a pocos metros de la vivienda de Camila.
Cuando ingresaron, encontraron el cuerpo de la niña en una bañadera, con sus manos atadas, una bolsa de nylon en la cabeza y un cable alrededor del cuello. El hombre de 40 años tenía sus manos cubiertas de sangre.
“El hombre estaba dentro de la vivienda con la música muy alta y no respondía los llamados. Estaba con una actitud evasiva y cuando le pidieron revisar el baño, se negó porque dijo que estaba muy mojado”, aseguró el fiscal Sergio Terrón en diálogo con TN.
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Varela, quien no negó el crimen, hacía cuatro meses que estaba cuidando la casa. Fue alojado en una dependencia policial de la zona, acusado de “homicidio agravado”, por lo que podría ser condenado a cadena perpetua. Aún se desconoce si Camila Borda fue abusada sexualmente.
Durante el operativo policial, los vecinos enfurecieron e intentaron linchar al asesino. Además, quemaron móviles policiales y arrojaron proyectiles contra los uniformados, quienes respondieron con balas de gomas y gases lacrimógenos. El lugar se encuentra fuertemente custodiado.