Gabriela Verónica Lencina (43), Ivana Soledad Juárez (32), Nilda Peano (57), Melisa Moyano (40), Liliana Stefanatto (54), Miriam Farías (45), Ivana Módica (47), Katherine Saavedra (22).
Esos son los nombres de las mujeres que fueron asesinadas en Córdoba desde que inició el 2021. Todos hechos investigados como femicidios que pasaron a engrosar la lista que muestra una situación sumamente crítica en la provincia. Ocho muertes que podrían haberse evitado.
“La violencia de género es la que se da a partir de la desigual valoración de los distintos géneros que existen en las sociedades”, dice Betiana Cabrera Fasolis quien se define como médica, profesora, feminista y directora del observatorio nacional Mumalá, mujeres disidencias y derechos.
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Es en esa organización donde llevan en detalle los números de la violencia de género y desde donde impulsan un proyecto que ya fue presentado ante el Congreso para que se declare la Emergencia Nacional en Violencia de Género.
“Necesitamos un paquete de medidas”, asegura Betiana y agrega: “El abordaje integral interpela fuertemente a la justicia (…)a los ejecutivos (…) y demanda mucho presupuesto pero sobre todo la voluntad política de transformarnos, de desprendernos de esta sociedad tan machista y patriarcal”.
Betiana considera que el trabajo es a largo plazo y de manera profunda con un plan que incluya la aplicación real y de manera transversal de la Ley de Educación Sexual, la Ley Micaela y fuertes campañas de sensibilización en la sociedad.
El proyecto de emergencia ya cuenta con más de 150 mil firmas y habilitaría precisamente la disponibilidad de recursos humanos y económicos para implementar medidas urgentes contra la violencia de género.
Reconstruir la sociedad
Cuando alguien le dice a Betiana que la violencia no tiene género ella contesta con datos: “En Argentina la primera causa de muertes violentas en varones son los accidentes, suicidios y las riñas callejeras (…) en cambio la primera causa de muerte violenta en mujeres son los femicidios”.
Desde Mumala explican que según las estadísticas, en Argentina es más probable que a una mujer la mate su pareja, su expareja o algún familiar dentro de su casa a que sea asesinada en la calle en medio de un hecho delictivo violento.
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“Este no es un problema de un monstruo, un loco o un animal, es un problema social, son producto de nuestra misma sociedad”, asegura Betiana y explica como el círculo de violencia se transforma en un espiral que escala hasta llegar a la expresión más trágica que son los femicidios.
Los cambios deben ser profundos y según la directora del Observatorio Mumalá “la buena noticia es que esta es una construcción que hemos hecho como sociedad y por eso la podemos derribar y podemos construir otra, la mala noticia es que mientras más nos demoremos a las vidas las ponemos de este lado”
Espiral de violencia
Hay múltiples formas de explicar el camino que se recorre hasta llegar a un femicidio pero todas tienen que ver, principalmente con dos cuestiones: “Hay una sociedad con una alta tolerancia a estas violencias tal vez de menor intensidad, a estas desigualaciones pero también hay que decir que a los femicidios muchas veces se llega, porque en su gran mayoría, según nuestro observatorio, en un 80 por ciento tenían un vínculo previo”.
Ese vínculo es el que se va transformando cuando aparece el “control, la posesión, la manipulación y los celos” en un contexto donde las mujeres comienzan a perder su red de contención, sus amigos y su familia. La autonomía y la independencia económica juegan un papel fundamental en este círculo de violencia que tiene “una etapa de acumulación, hay una explosión donde nos gritan, nos humillan, nos maltratan y nos pueden llegar hasta pegar” y según explica Betiana es el momento donde hay que actuar porque si no se rompe ese círculo se transforma en un “espiral que cada vez se hace más chiquito y la violencia se hace cada vez más grave”.
Romper el círculo y quedarse solas
El 8 de febrero, Úrsula Bahillo fue asesinada a puñaladas en un paraje rural en las afueras de la ciudad bonaerense de Rojas por su ex pareja, el oficial Matías Martínez, parte de la Policía Bonaerense quien estaba en ese momento bajo carpeta psiquiátrica.
Úrsula lo había denuncia junto a su mamá en numerosas ocasiones.
“Ursula tenía 18 años y tenía 18 denuncias. El que la recibió en la denuncia número 18, cuando ingresó el DNI del agresor, primero no le saltó que eran 18 las denuncias, no le saltó que era miembro de una fuerza de seguridad, que eso tiene otra valoración del riesgo, que también había sido denunciado por parejas anteriores, eso es la valoración del riesgo”, explica Betiana y lleva a otros casos lo que pasó con Úrsula: “El Estado no las acompaño, el Estado no estuvo ahí y las asesinaron”
Dentro del proyecto para declarar la emergencia Ni Una Menos, exigen medidas que acompañen y protejan a las mujeres: “Todo recae sobre la mujer, es la que denuncia, es la que tiene que ir devuelta para ver qué pasó con la denuncia, la mujer es la que tiene que ver que viene el agresor para activar el botón antipánico, la mujer es la que después empieza a litigar por la cuota alimentaria, el régimen de visitas”.
La capacitación aparece como un elemento fundamental para recibir a las denunciantes y lograr la valoración correcta de cada caso: “Que no traten a la violencia de género como si fuese un delito común y corriente, como si fuese un robo, un fraude (…) se necesita perspectiva de género para entender cómo podemos ponerle un límite a la violencia de género”.
Desde hace tiempo, el 8 de marzo no es un día de festejo, es un día de reflexión y rememoración de las mujeres trabajadoras.
En ese marco Betiana reafirma el lema más fuerte del colectivo al que pertenece: “Como siempre (El 8M) nos encuentra en la calle, rememorando este día internacional de las mujeres trabajadoras, pero también hay que decir de mujeres, lesbianas, travestis y trans, queremos una vida libre de violencias, tenemos derecho y por eso decimos emergencia ni una menos y que vivas y libres nos queremos”.
ATENCIÓN:
Si sufrís o conocés a alguien que sufra violencia de género, comunicate gratis y las 24 horas al teléfono 144. También podés llamar al 0-800-888-9898 o escribir por WhatsApp al 351-8141400 (Ministerio de la Mujer).