Sólo se termina el año, pero muchos lo vivimos como si se estuviera por acabar el mundo.
La fiesta del egreso de la escuela o del jardín, la muestra de danza, festejos de fin de año en el trabajo, balances, visitas familiares para celebrar las fiestas, comprar regalos, organizar las vacaciones (que no siempre implican el descanso)… Un cúmulo de actividades extra a la ya compleja vida moderna de una familia, o de una persona sola, que nos hacen colapsar.
Los especialistas lo definen como el "síndrome de diciembre": una superposición de distintas clases de estrés que llegan a su máxima expresión en esta época del año. La mala noticia es que con el correr de los días los síntomas se irán incrementando, pero la buena es que los primeros días del 2016 nos habremos olvidado de todo mágicamente. Aunque vivirlo así tiene sus costos.
"Vivimos en una sociedad ansiógena. Tenemos una ansiedad desmedida producto de un estrés sostenido. En diciembre, los estímulos estresantes se incrementan hasta el límite", detalla el doctor Daniel López Rosetti, que preside la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés, en declaraciones al diario La Nación.
Las fiestas.
Que con quién la pasamos, qué a donde, qué preparamos, y qué regalamos….preguntas que no siempre son fáciles de resolver y que a esta altura del año, suman más estrés…
Mal de muchos...
En todo el mundo la situación se repite y multiplica. Un dato muy interesante lo aporta un estudio de la American Psychological Association, que dice que “el 80 por ciento de las personas define la temporada navideña como "estresante". Y que para los hombres, las compras navideñas resultan otro pico de estrés. Otro estudio en el Reino Unido demostró que para el 50 por ciento de los hombres las compras navideñas resultan más estresantes que ser despedidos del trabajo.
¿ Es posible no caer en esto?
La clave está en ver la vida como algo que continúa. Que nada se termina realmente.
"Nada se modificará demasiado si los regalos no son lo que pretendíamos, si al vitel toné le faltan alcaparras. Si el trabajo no dio todo lo esperado y a la familia le falta un poco más de esfuerzo. La vida es un continuado. Justamente en el mes de la esperanza, hay tiempo, hay posibilidades e ilusiones nuevas", agrega Adriana Ceballos, que es orientadora familiar y directora de la Red Interpadres.